Un cuarto de siglo sin Saul Bass, un casi anonimo artista mayor de la pantalla

La segunda mitad del siglo XX en el cine no hubiera sido igual sin la presencia de Saul Bass, un virtuoso animador y diseñador de imagenes fallecido hace 25 años -el 25 de abril de 1996, en Los Angeles-, colaborador de Otto Preminger, Alfred

D-Interés24 de abril de 2021 Agencia Télam
La segunda mitad del siglo XX en el cine no hubiera sido igual sin la presencia de Saul Bass, un virtuoso animador y diseñador de imágenes fallecido hace 25 años -el 25 de abril de 1996, en Los Angeles-, colaborador de Otto Preminger, Alfred Hitchcock y Martin Scorsese, entre otros creadores.
Fabricante de climas humorísticos, dramáticos, épicos y de suspenso a través de sus dibujos y su concepto del montaje, en épocas en que lo digital estaba muy lejos, no fue un extremista como el canadiense Norman McLaren y parece haber inspirado las animaciones que hizo Terry Gilliam en el programa de TV "Monty Python's Flying Circus".
Neoyorquino nacido en 1920, fue instruido por un húngaro inmigrante que lo introdujo en los conceptos del constructivismo ruso y la escuela Bauhaus: en un principio fue diseñador gráfico en algunas agencias y llegó a tener la propia, hasta que su olfato lo llevó a abrir un estudio Los Angeles en 1950, donde un barrio se llama Hollywood.
Allí conoció a Otto Preminger, un director rebelde que solía enfrentarse al Código Hays que lo contrató para diseñar el póster -ahora llamado "banner"- de "Carmen de fuego" (1954), un suntuoso musical interpretado solo por afrodescendientes, basado en la ópera de Bizet, y luego "El hombre del brazo de oro" (1955), con Frank Sinatra, que trataba sobre drogas y adictos, temas prohibidos por el Código.
No solo Preminger le ganó al Código Hays, que dictaba lo que se podía hacer y lo que no en términos de "moral y buenas costumbres" en la pantalla, e hizo la película, sino que invitó a Bass para que le diseñara también los títulos de presentación, que pueden apreciarse en las plataformas y son indisolubles de la melodía que Elmer Bernstein volvió inmortal.
El diseño de títulos de Bass era distinto a todo lo visto hasta el momento y los grandes productores y directores lo querían: trabajó para Robert Aldrich ("Intimidad de una estrella", 1955; "¡Ataque!", 1956), Billy Wilder ("La comezón del séptimo año", 1955) y Don McGuire ("Redención de un cobarde", 1956).
Ese mismo año diseñó un larguísimo epílogo sobre la música de Victor Young para "La vuelta al mundo en 80 días", con David Niven y Cantinflas, que el productor Mike Todd -por entonces marido de Elizabeht Taylor- convirtió en una superproducción fuera de lo normal y que fue la primera película proyectada en el sistema Todd-A0 de 70 milímetros.
Ese fragmento era un cortometraje en sí mismo, quedó en la memoria de muchos y tuvo una repercusión que años más tarde quiso recuperar Stanley Kramer para el prólogo de "El mundo está loco, loco, loco, loco" (1963), otra superproducción, casualmente la primera proyectada en Súper Cinerama.
Desde fines de los cincuenta y hasta principios de los ochenta el nombre de Bass estaba en boca de cinéfilos y especialistas en artes visuales; el hombre ganó dinero y fama y formó con Preminger una sociedad de por vida: "Santa Juana" y "Bonjour tristesse" (1957), "Anatomía de un asesinato" (1959), "Éxodo" (1960), "Tormenta sobre Washington" (1962), "El cardenal" (1963), "Primera victoria" y "Bunny Lake ha desaparecido" (1965), "Algo más que buenos amigos" (1971, "Operación Rosebud" (1975), "El factor humano" (1979).
También diseñó pósters y títulos para John Frankenheimer en "El joven extraño", (1958), "El otro Sr. Hamilton" y "Grand Prix" (ambas de 1966). Para esta última Bass diseñó una apertura que fue un ejemplo de síntesis formal y conceptual, que abordaba en gran pantalla y frenético sonido estéreo el mundo de las carreras de Fórmula 1.
Con Alfred Hitchcock su relación fue conflictiva en las tres películas que compartieron: "Vértigo" (1958), "Intriga internacional" (1959), y "Psicosis" (1960).
Además de los títulos de apertura, para ese último filme diseñó el "story board" -sucesión de planos en forma de historieta como guía del rodaje- de la escena de la ducha en que muere el personaje de Janet Leigh, pero Hitchcock nunca se lo reconoció. Jamás volvieron a dialogar.
Por esa época comenzó a trabajar con él su segunda esposa, Elaine, con la que tuvo dos hijos y fue quien lo acompañó hasta su muerte, en 1996.
Al mismo tiempo que era codiciado para la pantalla también ganaba prestigio como diseñador gráfico: fue el autor de logos e isotipos para las empresas AT&T, United Airlines, Minolta, Quaker, Bell y Warner Communications y diseñó también el afiche para los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984.
Su carrera en el cine tuvo asimismo puntos altos en "Horizontes de grandeza" (William Wyler, 1958), "Once a la medianoche" (Lewis Milestone), "Espartaco" (Stanley Kubrick) y "Amor es juego prohibido" (Melvin Frank), las tres de 1960, "Amor sin barreras" (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961) y "Érase una vez en Hollywood II" (Gene Kelly, 1976).
Las generaciones intermedias no fueron indiferentes a tu talento: Danny DeVito lo tuvo en cuenta para "La guerra de los Roses" (1989), Michael Caton-Jones para "Dr. Hollywood" (1991), John Singleton para "Duro aprendizaje" (1995) y Martin Scorsese atesoró su talento en "Buenos muchachos" (1990), "Cabo de miedo" (1991), "La edad de la inocencia" y "Casino" (1995).
Saul Bass dirigió varios cortometrajes y ganó un Oscar de la especialidad con "Why Man Creates" (1968), donde explica sus inquietudes artísticas y de vida a través de ingeniosas imágenes animadas, algunas tomadas de la naturaleza y otras creadas por su propia mano. (Télam)
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