La Superliga de la obscenidad

La cacareada Superliga de Europa deberia desaparecer antes de nacer, muerta de muerte natural, por desconocer no ya los genuinos derechos de las grandes mayorias que sostienen el espectaculo futbolistico sino ademas reglas de oro que han permitido

Deportes21 de abril de 2021 Agencia Télam
La cacareada Superliga de Europa debería desaparecer antes de nacer, muerta de muerte natural, por desconocer no ya los genuinos derechos de las grandes mayorías que sostienen el espectáculo futbolístico sino además reglas de oro que han permitido la exponencial expansión de la actividad en términos económicos.
La iniciativa de Florentino Pérez, cráneo de la tenebrosa idea que amenaza con establecer un desdichado antes y después en la historia del fútbol tal como lo conocemos, lesiona los intereses de la enorme mayoría de los clubes de Europa, incluidos unos cuantos otros poderosos y todos absolutamente todos los de mediano rango.
Dicho de otra manera, el presidente del Real Madrid propone desconocer normativas, modos, usos y contextos que son los que precisamente habían permitido a su club acceder a ingresos astronómicos.
Principal facturador a escala planetaria en materia de abonos, derechos de televisación y merchandising, Real Madrid atraviesa una crisis financiera producida por desmanejos que Pérez pretende maquillar con una idea que así como al pasar consumaría su vieja aspiración de un fútbol monárquico.
De un fútbol, en buen romance, en el que un puñado de clubes tenga garantizado un privilegio deportivo a perpetuidad y un reducido lote que batalle temporada a temporada en pos de un mendrugo.
Un proyecto descarado, obsceno y en primera instancia seductor para otros colosos europeos que no veían con malos ojos repartir laureles y montañas de euros, sacarse de encima el incordio de poner en riesgo sus cupos ante la emergencia de una mala temporada en sus ligas locales y de paso decretar la tácita desaparición de la Liga de Campeones, vulgo Champions.
Pérez y sus interlocutores más encendidos apostaban (¿apuestan?) a regimentar, administrar y decidir por encima de la propia UEFA y de la FIFA.
Visto desde esa perspectiva, una traición hecha y derecha.
Desde el punto de vista estrictamente deportivo, la Superliga es abiertamente criminal.
¿Por qué? Porque suprime la quintaesencia del fútbol: el espíritu democrático que conlleva una competencia en la que los más pequeños sueñan con derrotar a los más grandes.
Tal como negro sobre blanco y sin pelos en la lengua lo expresó Marcelo Bielsa, director técnico de Leeds United: “Los ricos más ricos y los pobres más pobres”.
Y si son los propios futbolistas los que enarbolan la bandera de la resistencia, mejor todavía: “Creo en una Champions League mejorada, pero no en que roben lo que el pueblo creó, que no es otra cosa que el deporte más bonito del planeta”, sentenció vía Twetter el vasco Ander Herrera, ex Athletic de Bilbao y actual jugador del París Sain-Germain.
No menos agudo y explícito fue el belga Kevin De Bruyne: “Soy parte de este negocio, pero también sigo siendo el niño que sólo quería jugar al fútbol”. (Télam)
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