La disputa por la sucesion de Merkel fractura a los conservadores alemanes

A cinco meses de los comicios generales, las tensiones por la elección del delfín de la canciller alemana, Angela Merkel, amenazan con fracturar a la coalición de Gobierno conservadora, incapaz de definir un candidato común entre el aspirante de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el de su socio regional, la Unión Social Cristiana (CSU) de Bavaria.
En pleno año electoral, las filas conservadoras siguen divididas entre el poco querido Armin Laschet, líder de la CDU desde enero, y el popular dirigente bávaro Markus Soeder, quienes desde ayer entablan discusiones "muy confidenciales" con el fin de alcanzar "un acuerdo este fin de semana", indicó una fuente de la CDU que pidió no ser identificada a la agencia de noticias AFP.
En Alemania, la candidatura a canciller y la cúpula del partido oficialista suelen quedar en manos de la misma persona. Es una forma de evitar un doble comando y de garantizar un liderazgo indiscutido.
Desde que Merkel anunció que este será su último mandato y no buscará otra reelección, la coalición oficialista no ha podido consensuar quién será su sucesor o sucesora.
Si bien Laschet obtuvo el pasado lunes el apoyo del órgano ejecutivo de su partido, Soeder no quiso abandonar su candidatura y aseguró que la "base" de los militantes lo respalda.
Confiado, se lanzó a buscar apoyos entre los diputados conservadores para forzar una negociación.
El bávaro quiere celebrar una reunión del grupo parlamentario el próximo martes para conseguir que la elección del candidato se haga por votación.
Laschet, un experiodista al frente de la región Renania del Norte-Westfalia -la más poblada del país-, es respaldado por apenas un 15% de los alemanes y un 17% de los simpatizantes conservadores, frente a un 44% y 72%, respectivamente, que apoyan a Soeder, según un sondeo de Infratest-Dimap publicado en la víspera.
Pero Soeder tiene en contra la historia y las costumbres de los conservadores.
Tracionalmente, el candidato a canciller de los conservadores proviene de entre las filas de la CDU, que domina con los socialdemócratas del SPD la vida política alemana desde la posguerra.
De hecho, la derecha alemana solo presentó a un candidato de la CSU en dos ocasiones, en 1980 y en 2002, y las dos se saldaron en fracaso.
Para la CDU, respaldar a un candidato de la CSU, una formación mucho más pequeña y de claro corte regional, no federal, supondría un serio agravio para sus responsables y para sus cerca de 400.000 afiliados.
Por eso, esta disputa interna fue tildada de "probablemente la lucha por el poder más feroz y más abierta que hayan conocido esos dos partidos hermanos" por el semanario Der Spiegel, que advirtió que las heridas "no cicatrizarán tan rápido".
Tras 16 años de Gobierno de Merkel, el partido se ha visto incapaz de designar un sucesor durable.
La canciller alemana había ungido en 2019 a Annegret Kramp-Karrenbauer como su sucesora, pero un año más tarde su delfín renunció a la presidencia de la CDU y a presentarse como candidata, luego que sus correligionarios en un estado del centro del país desafiaran su liderazgo y se aliaran con la ultraderecha para formar Gobierno.
El acto de rebeldía se terminó cuando Merkel viajó a ese estado e hizo sentir todo el peso de su liderazgo, aún indiscutido en el partido y el país.
La interna de los conservadores tiene una presión extra.
Más allá de las peleas en su interior, el escenario electoral nacional es aún favorable para los conservadores: la Unión conservadora CDU-CSU sigue liderando las encuestas con alrededor del 28% de intención de voto, por delante de los Verdes (20%). (Télam)