Llegan a las competencias el filme del japones Sion Sono y novedades desde Mexico y Chile

Ternura, delicadeza y delirio emanan de la camara del japones Sion Sono en "Red Post on Escher Street", filme que ingreso hoy a la Competencia Internacional de la edicion 35 Festival de Cine de Mar del Plata, que se desarrolla en forma virtual y con

D-Interés24 de noviembre de 2020 Agencia Télam
Ternura, delicadeza y delirio emanan de la cámara del japonés Sion Sono en "Red Post on Escher Street", filme que ingresó hoy a la Competencia Internacional de la edición 35 Festival de Cine de Mar del Plata, que se desarrolla en forma virtual y con acceso gratuito a través de la página oficial de la muestra.
La trama está ambientada en la etapa de preproducción y parte del rodaje de una película. Allí, el ficticio director Kobashayi intenta retomar la senda del cine independiente que lo catapultó a las alfombras rojas, mientras vive un trauma fantástico y amoroso que se develará al final de historia.
Como parte de este proceso, junto a su equipo arma una audición para actores vocacionales, que reúne al más amplio delirio de personajes (en su mayoría femeninos) que pugnarán por los tres roles protagónicos.
Pero lo que en un comienzo parece ser una especie de camino a la fama, se convierte rápidamente en esa ciénaga que puede ser cualquier industria y que en este caso es la cinematográfica.
Productores ejecutivos que embaucan a los realizadores; asistentes que solo están para complacer a los superiores; distribuidores y dueños de compañías que piensan en el glamour, el dinero y en aprovecharse de jóvenes actrices.
Sin generar enredos, Sono enhebra los hilos de cada historia como si fuera un bordado multicolor que solo al final toma sentido en su magnitud, dejando entrever los sueños que conviven detrás de las estrellas de cine, mostrándolos humanizados, vulnerables y decididos, en algunos casos, a combatir a los intereses mercantilistas de la industrial.
Una cinta -a la vista de un occidental- que arranca risas con los delirios que ya ha demostrado realizar con destreza el cine oriental, pero con esa sensibilidad que han plasmado varios de sus directores al transformar en comedia los dramas de sus trágicos personajes.
En Competencia Latinoamericana ingresa "Fauna", extraño relato del mexicano Nicolás Pereda y que también comparte el humor negro, rayano en lo absurdo y de excelente factura, en la primera parte de un filme que, inesperadamente, se abre en dos.
Todo arranca en un automóvil en la árida carretera del norte mexicano con ciertos problemas con la aplicación de tránsito Waze y sigue con la llegada a la casa de Luisa y Paco -e inmediatamente se suma el hermano de Luisa- a casa de los padres de ella.
Allí todo es malentendido para Paco, que llega precedido de su fama actoral por un pequeño papel en la serie de Netflix "Narcos", lo que lo vuelve un centro incómodo de atención del padre y hermano de la chica.
El tema de la actuación no es menos, sino que de alguna forma es el gran protagonista del filme (Luisa también es actriz y ensaya unas líneas para un casting junto a su madre).
La cuestión con "Fauna" es que cuando el espectador logra entrar de lleno en el inteligente y divertido juego que le propone su realizador, el filme salta hacia otra historia, apenas relacionada con la anterior y es como que empieza una segunda película a continuación de la primera.
Esta segunda parte es la interpretación del relato de una historia que el hermano de Luisa está leyendo y cuenta a ella, donde los actores de la primera parte -no los padres- asumen papeles en la segunda.
Se abre en el filme una suerte de agujero negro al que entra la película y del que ya no sale. El tono, la perspectiva, el enfoque de las formas cinematográficas sigue siendo atrapante; la continuidad de una narrativa deductiva queda en deuda y el filme finaliza en un lugar extraño al de su primera parte, una operación que hace recordar en algún punto a "Animales nocturnos", de Tom Ford, aunque más radical.
También a la Competencia Latinoamericana ingresó "Piola", un relato adolescente del chileno Luis Alejandro Pérez, que apuesta a un cine comercial de jóvenes donde son moneda frecuente la incomunicación con los padres, el valor del grupo de pares, la marihuana, el rap y algunas cosas más.
Hay dos historias centrales: la de un grupo de amigos que está formando una banda de hip hop y las alternativas que enfrenta cada uno y el proyecto común, y otra de una chica que vive sola con su mamá, tiene una relación amorosa y pierde un perro.
Luego se encontrarán algunos de los protagonistas de cada una de las historias y ahí ya será el momento de ir pensando en un cierre. (Télam)
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