Cinismo, inmoralismo, absurdo, ironia y frivolidad, las claves del siglo XXI para Sloterdijk

Con motivo de la publicacion del libro "Las epidemias politicas", el filosofo aleman Peter Sloterdijk dice, en una entrevista exclusiva con Telam, que "el cinismo es un aspecto fundamental para entender el mundo contemporaneo", retoma la figura del

D-Interés25 de agosto de 2020 Agencia Télam
Con motivo de la publicación del libro "Las epidemias políticas", el filósofo alemán Peter Sloterdijk dice, en una entrevista exclusiva con Télam, que "el cinismo es un aspecto fundamental para entender el mundo contemporáneo", retoma la figura del filósofo Diógenes, quien "se masturbaba públicamente en las calles de Atenas para no convertirse en la marioneta de su líbido" y compara a Donald Trump, Jair Bolsonaro y otros políticos de derecha con "un monstruo moral de muchas cabezas".
Como una caja de pandora, Sloterdijk arroja conceptos e ideas provocadoras, fiel a su estilo tan profundo como punzante, mientras establece una suerte de línea del tiempo del cinismo en la humanidad, al que también califica como "una forma epidémica", desde el filósofo conocido como Diógenes el Cínico, pasando por la reina María Antonieta, hasta llegar a políticos contemporáneos como los actuales presidentes de Estados Unidos y Brasil, todos englobados en la misma idea de una excesiva sinceridad al expresarse.
"Si en algo me equivoqué, fue en pensar que el fenómeno del cinismo había alcanzado su apogeo en el siglo XX. Debería haber advertido que el complejo entramado de cinismo, inmoralismo, absurdo, la ironía y la cultura de la frivolidad tendría para sí todo el siglo XXI", se lamenta el irreverente pensador nacido en Karlsruhe en 1947.
- Télam: Usted ha dicho que líderes como Trump pasarán a la historia como ejemplo de cómo el cinismo de un gobernante se asocia con el cinismo de sus partidarios. ¿Por qué los votantes de la democracia se identifican cada vez más con las necesidades de los políticos frívolos? ¿Ya no son sólo las ideologías las que están en declive, sino también la política?
- Peter Sloterdijk: Esta cuestión se relaciona con aspectos que son de extrema importancia para entender el mundo contemporáneo. Hace casi 40 años, en mi libro "Crítica de la razón cínica", esbocé de manera un poco sonámbula una idea que ha ido develándose más y más desde entonces: un monstruo moral de muchas cabezas que nos observa bajo la fisonomía de muchos llamados estadistas: Trump, Bolsonaro, Putin, Assad, Duterte o Mugabe, para nombrar sólo seis de cuarenta y nueve.
En el transcurso del siglo XX se adoptaron formas epidémicas, un tipo de inmoralismo naturalista conocido desde la antigua Grecia: el cinismo. Diógenes se masturbaba públicamente en las calles de Atenas para no convertirse en la marioneta de su líbido; dicen que durante una hambruna en París María Antonieta dijo sobre el pueblo: "Si no tienen pan, que coman pasteles". Cuando Talleyrand estaba en su lecho de muerte, el confesor le pidió que abjurara del diablo, a lo cual dicen que él respondió: "No es momento de andar haciendo enemigos".
El cinismo es parte del malestar en la cultura. En el cinismo se puede ver al gemelo malvado del chiste. Cuando escribí el libro pensé que había llegado la hora para la interpretación del cinismo. Si en algo me equivoqué, fue en pensar que el fenómeno había alcanzado su apogeo en el siglo XX. Debería haber advertido que -mal que le pese a cualquier nuevo moralismo- el complejo entramado de cinismo, inmoralismo, absurdo, ironía y la cultura de la frivolidad tendría para sí todo el siglo XXI.
-T: ¿Cómo se entroncan esas formulaciones hechas cuarenta años atrás con el libro que se publica ahora?
- PS: El libro contiene algunos intentos de ponerme al día con el desarrollo del problema. Para decirlo de manera muy sencilla: el cinismo desde arriba surge cuando individuos creen ser demasiado poderosos como para tener que atenerse a las reglas del juego; en el cinismo desde abajo se expresa la amargura de las personas que consideran estar demasiado en desventaja como para atenerse a las normas que se pretende aplicar a todo el mundo, pero que parecen hechas para los mejor posicionados. En ambos fenómenos se pone de manifiesto una soberanía asilvestrada. Por eso a menudo también tienen un costado entretenido.
El cinismo desde arriba y el cinismo desde abajo confluyen en fenómenos como el trumpismo o el bolsonarismo. Ambos "estadistas" son objeto cuasi predestinado del análisis del chiste y la interpretación del cinismo. Ambos ponen en duda el preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, según el cual es evidente que todos los seres humanos nacen libres e iguales. En vista de estos fenómenos, cabría más bien decir que lo evidente es que muchos seres humanos, quizás la mayoría, aún están encadenados, por no decir que nacieron prácticamente esclavos. Seguramente han tratado de emanciparse, pero no han pasado de la condición de esclavos con pasaporte que se han escapado. Estas personas, cuando obtienen libertad de elegir, eligen de buena gana líderes en cuyo habitus (NdR: conjunto de disposiciones socialmente adquiridas que mueven a los individuos a vivir de manera similar a la de otros miembros de su grupo social) grandioso se reconoce instintivamente a sí misma la psique del esclavo fugitivo. Cuanto más descaradamente se comporta el hombre en la cima, más satisfechos están los aclamadores incitados al desenfreno. Por supuesto que hay muchas otras razones para el éxito de tales figuras, y algunas de ellas se encuentran bajo la órbita de análisis del cinismo: son ellos mismos culpables quienes esperan que su propia situación mejore votando a Trump o Bolsonaro. Hace ya dos mil años que circula la vieja sabiduría maligna, formulada por primera vez en Roma, mundus vult decipi: "El mundo quiere ser engañado, luego que se lo engañe". (Télam)
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