El Colon tuvo su noche contemporanea detras de la huella de Andre Previn y Marlon Brando

Con el imperativo de marcar con un sesgo contemporaneo a su temporada lirica -inaugurada con la tradicional "Rigoletto"-, el Teatro Colon ofrecio anoche un titulo que, aunque presentado en calidad de estreno sudamericano, ya estaba establecido en el

D-Interés08 de mayo de 2019 Agencia Télam
Con el imperativo de marcar con un sesgo contemporáneo a su temporada lírica -inaugurada con la tradicional "Rigoletto"-, el Teatro Colón ofreció anoche un título que, aunque presentado en calidad de estreno sudamericano, ya estaba establecido en el imaginario de cualquier espectador de teatro o cine: una versión operística de "Un tranvía llamado deseo", preparada por el estadounidense André Previn, un título que ha trascendido los formatos.
No sólo se trató de la primera interpretación de "Un tranvía..." en el escenario del Colón, sino que también fue la primera -y tardía- experiencia de Previn en la ópera, con repercusiones que tuvieron el mismo relumbrón que la ajetreada vida personal del director de origen alemán; en este caso, acaso absorbidas por la atención que provocó la soprano estadounidense Renée Fleming para quien se pensó la obra en su estreno, en 1998, en la Ópera de San Francisco.
Aquí, en el Colón, sin la presencia de Previn –fallecido en febrero-, el título apareció despojado de elementos altisonantes en el reparto –a pesar de contar con un elenco internacional-. Quedó, claro, la huella de una de las más célebres películas del cine estadounidense, bajo la dirección de Elía Kazán, que masificó la obra original de Tennesee Williams. Y que representó el impulso cinematográfico para la carrera de Marlon Brando, que ya había probado, desde el anonimato, ese mismo título en teatro.
La figura central de la narrativa construida por Williams, -aquí tras la adaptación del libreto de Phillip Littel- es Blanche DuBois, una mujer madura del sur de los Estados Unidos con aires aristocráticos pero venida a menos.
La referencia territorial se concilia sin contradicción con las inclinaciones musicales de Previn, que abandonó el mundo clásico para internarse a tiempo completo en el lenguaje del jazz. Constituye, a la vez, un relato que, a diferencia de la ópera clásica, se lee a primera vista en tiempo presente.
Du Bois (la soprano irlandesa Orla Boylan) es obligada a mudarse al modesto departamento de su hermana Stella, cambio que desata la reacción salvaje de su cuñado Stanley Kowalsky (el personaje que personificaba Brando). El barítono norteamericano David Adam Moore puso el cuerpo al pulso primitivo del rol.
Con apego al texto original, los tres actos exigieron a un inusual trajín a Boylan, que fue reclamada en los nueve cuadros de la ópera (resultado de un título proyectado para Fleming, en su esplendor). La soprano resistió con plenitud la intensidad de la demanda, aunque se percibió algún déficit en el caudal de su voz.
"Un tranvíaÂ…" fue interpretada por la Orquesta Estable del Teatro Colón con dirección musical del irlandés David Brophy. La argentina Rita Cosentino se encargó de la dirección en escena de una puesta que –a partir del original- tuvo una escenografía inexorablemente estática y que tuvo como responsable a Enrique Bordolini. El vestuario reposó en Gino Bogani.
Tras la función de anoche, "Un tranvía llamado deseo" volverá a subir a escena apenas otras tres veces: el viernes 10 a las 20, el domingo 12 a las 17 y el martes 14 de mayo las 20.
Concluida la experiencia, el Colón volverá a territorio seguro con "Turandot" (1926), del italiano Giacomo Puccini, que tendrá nada menos que nueve funciones a partir del 25 de junio. (Télam)
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