Felix Bruzzone: Campo de Mayo es una zona invisibilizada de nuestra geografia mental

En la novela "Campo de Mayo" el escritor Felix Bruzzone construye a partir del personaje de Fleje, un hombre que corre descalzo, en campo abierto, sobre la basura, de incognito y sin descanso, una trama vertiginosa que comienza con la busqueda del

D-Interés01 de julio de 2019 Agencia Télam
En la novela "Campo de Mayo" el escritor Félix Bruzzone construye a partir del personaje de Fleje, un hombre que corre descalzo, en campo abierto, sobre la basura, de incógnito y sin descanso, una trama vertiginosa que comienza con la búsqueda del recuerdo de una madre desaparecida en ese centro clandestino pero que luego sumará otras experiencias.
Con ese disparador, Bruzzone (Buenos Aires, 1976), autor de "76", "Los topos" y "Barrefondo", versiona en su última novela publicada por Penguin Random House una pieza más sobre Campo de Mayo, un sitio que convirtió en una presencia territorial y simbólica en su obra - ya fue investigación, crónica y conferencia performática-, "un proyecto con varias piezas", como dice, que continuará a futuro.
- Télam: ¿Qué significa "Campo de Mayo" en tu obra?
- Félix Bruzzone: Empezó siendo una investigación con vecinos. Yo mismo soy uno de esos vecinos. Les preguntaba qué los había llevado a vivir cerca, cómo se relacionaban con el lugar y qué pensaban para el futuro. Era una especie de cronista y en un momento de ese recorrido el proyecto tomó forma de crónica. Es más: escribí una sobre los entrenamientos militares que en ese entonces hacían equipos de rugby con los comandos terrestres de Campo de Mayo. Lo de las crónicas fue quedando al margen y empezó a crecer la idea de construir un personaje que recorriera zonas de Campo de Mayo. Ese personaje es Fleje. En el medio apareció Lola Arias y me propuso llevar a escena todo ese proceso. Y lo armamos pensando en mostrar Campo de Mayo pero, también, en mostrar cómo se empieza a construir una novela más que la novela en sí. Y en todo caso, suponiendo que ambas trabajaran sobre los mismos contenidos, finalmente no producen lo mismo.
- T: Campo de Mayo como escenario y búsqueda, en un principio de un hijo a su madre desaparecida, recuerda que allí donde la tierra es basura, donde hay campo abierto, funcionó un centro clandestino de detención...
- F.B.: Es una zona muy invisibilizada de nuestra geografía mental. Los propios vecinos olvidamos o negamos su presencia. Campo de Mayo sigue siendo, incluso para los que vivimos cerca, un lugar tapiado. Está tapiado y al mismo tiempo te permite entrar porque hay cientos de metros de alambrados rotos o caídos. Hay cierta perversión. Estás afuera, no pertenecés, pero podés entrar y ver un poco. Y hasta podemos hacer la vista gorda y dejarte ver un poco más, si te animás. La gente entra para hacer las cosas que pueden hacer ahí adentro los civiles, pero también entra de incógnito.
- T: ¿Y qué sentidos toma en esta novela?
- F.B.: Hay dos sentidos que se chocan. Desde el comienzo, al menos para el narrador, la cosa parece muy clara. Pero para Fleje, poco a poco, a pesar de todo lo que dice de él el narrador, las cosas son un poco diferentes. Él está corriendo ahí, y parecen obvias las razones por las que lo está haciendo. Si uno lo ve desde afuera, como el narrador, eso en efecto es así, muy obvio. Pero Fleje no lo puede ver de esa forma. No lo siente así y no lo piensa así. No tiene un rumbo fijo. Ni siquiera respeta demasiado su plan de correr alrededor o adentro de Campo de Mayo. En el hueco entre el sentido que encuentra el narrador y el sentido que encuentra Fleje para esa carrera loca se arma el sin sentido, o sea el sentido de la novela.
- T: La desacralización de la perspectiva de la identidad y el pasado reciente es una constante de tu obra ¿qué te permitió Fleje en esa dirección?
- F.B.: Me permitió desdoblarme. En realidad, Fleje aparece porque yo no puedo correr. En 2011, cuando empecé a escribir esta novela, tenía mis planes de convertirme en maratonista. Pero no funcionó. Primero me lastimé un menisco y después me apareció una hernia. Entonces mejor no correr más y que alguien corra por mí. Ese corredor fue Fleje.
- T: Hay un juego con el uso del tiempo: un día Fleje se fue corriendo descalzo tras un helicóptero y no volvió más. ¿Cómo lo trabajaste?
- F.B.: Hay una crónica de Chuck Palahniuk sobre constructores de castillos, son tipos que abandonan todo para ir a construirse un castillo. Está contada desde ese punto de vista sin importar todos los otros aspectos de sus vidas. Nunca se menciona de dónde sacan el dinero para hacer todo eso. Con Fleje pasa un poco lo mismo. Todo lo que no sea el recorrido de su aventura casi no cuenta. Si come, si duerme, no importa mucho. La idea es que siempre esté corriendo, escapando de algo y al mismo tiempo acercándose a algo. Escapando de qué, acercándose a qué, parece claro: hay soldados que lo persiguen, hay una madre atrás de la que él va, pero el recorrido enrarece todo. La imagen que me ayudó a armar ese espacio de huida y acercamiento es la del espiral. Se aleja o se acerca pero muy lentamente, como si el tiempo no transcurriera o como si fuera cíclico. Por otro lado, sí hay un tiempo lineal, y personajes que pueden entrar y salir del espiral. Lo que no queda claro es quién queda más entrampado, si el que se queda adentro o el que sale. (Télam)
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