(Por Sergio Arboleya) Lucrecia Cardoso, secretaria de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación, entrega un balance de las políticas estatales de impulso a la actividad cultural para su desarrollo local e internacional porque "la cultura es importantísima desde lo simbólico pero tiene, además, una dimensión económica y por eso la miramos como actividad productiva".
"En 2020 Cultura triplicó su presupuesto y más del 50% de ese monto fue transferencia a terceros destinado a reconvertirse a la producción, al trabajo y a la vuelta a la actividad gracias que hubo vacunación en el medio", describe Cardoso durante una entrevista con Télam en su despacho del tercer piso del Centro Cultural Kirchner (CCK).
Los planes de la gestión cultural del gobierno nacional encabezado por Alberto Fernández que asumió en diciembre de 2019, padecieron el cimbronazo pandémico que se sumó a la delicada situación heredada de la administración macrista.
Al respecto la funcionaria indica que "las industrias culturales son elásticas al consumo, dependen de la capacidad de consumo de la sociedad, y esos indicadores ya habían bajado bastante entre 2015 y 2019; y dos meses y medio después llegó la pandemia y el de la cultura fue un sector crítico sino el más crítico y por eso fuimos de los primeros en irnos y de los últimos en volver".
Ya con la pandemia en curso y tomando nota de las características del sector cultural que Cardoso describe dando cuenta de al menos tres factores: "la eventualidad, la precarización o una relación de dependencia eventual", situación que hizo que "a muchas personas no les llegaran a las políticas universales generadas desde el gobierno".
"Entonces hubo que diseñar políticas específicas como los planes Sostener, Desarrollar Fortalecer y Cultura Solidaria que ya están por la décima cuota de estas asistencias y alcanzan a más de 51.000 personas", informa la Licenciada en Ciencias Políticas que presidió el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales entre 2014 y 2015.
Télam: ¿De qué manera esa atención a la emergencia fue transformándose en un impulso a la vuelta a la actividad cultural?
Lucrecia Cardoso: En esos casi 20 meses hubo asistencia a todos los sectores, a los sindicatos y a las obras sociales, pero esos programas se reconvirtieron, Por ejemplo el Desarrollar va a proyectos y a adecuación edilicia y sanitaria y el Impulsar 2 es de apoyo a nuevas fechas como lo demuestran las más de 2.800 funciones que acompañamos para el productor que sale de nuevo a la cancha y eso generó que no hubiera más lugares para tocar.
T: ¿En qué se basan estos programas de apoyo más allá de asistir a las personas que vieron detenida su fuente de ingresos?
LC: Estamos poniendo el foco en lo que la cultura que mueve directa o indirectamente más allá del artista o el espectáculo ya que son actividades que generan puestos de trabajo indirecto. Hay estudios que muestran que de cada 100 pesos que se gastan en una entrada hay otros 300 que van a logística, comercio, traslados, gastronomía. En 2019 las Industrias Culturales representaron el 2,6% del Valor Agregado Bruto, algo que se ve en su real magnitud al compararlo con la matriz productiva más tradicional del país. La pesca, por caso, aporta un 0,4%, los sectores de producción de energía un 2,1% y el de hoteles y restaurantes 20%. Esos datos demuestran que la cultura representa aproximadamente dos tercios de lo generado por la minería y la construcción, y casi un tercio de lo generado por el sector primario de la economía, agricultura y ganadería más caza.
T: ¿Ese relevamiento fue posible gracias a las instancias que promueve el Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA)?
LC: Todos los programas confluyen en el MICA para potenciar a cada industria cultural en toda su segmentación: para que el que produzca, pueda producir más, para que el que produce pueda comercializar, para que el que comercialice llegue a exportar y para que el que exporta, exporte más. Ese mercado ahora tiene un foco mucho más importante en la internacionalización donde aparecen la inclusión digital y la inclusión financiera que son cosas que nos dejó la pandemia y con ellas también la regulación porque debe pensarse el tema de propiedad intelectual cuando todos nuestros institutos fueron pensados para un mundo analógico y eso cambió mucho más rotundamente ahora.
T: A fines de noviembre tomó parte de la segunda edición de las Jornadas de Internacionalización de las Industrias Culturales Argentinas ¿Cómo se ve desde la diplomacia argentina esta apuesta?
LC: Ya en plena pandemia nos reunimos con nuestros agregados comerciales y culturales para que empiecen a buscar oportunidades de negocios para el sector cultural y dar cuenta de cuál era la cadena de valor. La cultura contabilizó 308.872 puestos de trabajo en el año 2019, equivalentes al 1,8% del total del trabajo privado del país y al 1,5% de los puestos de trabajo totales (públicos y privados). Por eso, esta iniciativa se inscribe en la tendencia en torno a las economías creativas en el mundo que crecen más que la media de la economía, incluso en Argentina donde por cada dólar que se exporta de aceite, por ejemplo, el agregado es 0,0001% pero un servicio de producción audiovisual se reinvierte 40% en trabajo directo, entre un 30% y un 40% en trabajo indirecto y servicios y el resto es alquiler de equipamiento. Para ello desde el MICA cargamos más de 1500 portfolios de los 16 sectores o subsectores de la actividad y ese es el catálogo exportable argentino.
T: ¿Qué rol está cumpliendo Arsat en ese desarrollo internacional?
LC: Arsat es la plataforma que reproduce todos los módulos de un mercado (incluidas las rondas de negocios y de vínculos) a partir de un desarrollo que es exportable en sí como lo demostró México al interesarse en comprar el diseño de esa plataforma.
T: Además de los 10 años del MICA a celebrarse en abril próximo ¿Cuál es el potencial del sector desde este presente?
LC: En el MICA que celebraremos entre el 20 y el 22 de abril donde esperamos poder capitalizar todos los esfuerzos, trabajando intensamente para que ese sea un momento para concretar. Pero además sentimos que hay toda una capacidad instalada que antes no teníamos porque no sabíamos cuántos éramos, qué hacíamos, dónde estábamos, qué necesitábamos y esa es una potencialidad para adelante.
(Télam)