Cada vez son más frecuentes las estafas virtuales, delitos informáticos que crecieron exponencialmente durante la pandemia. Redes sociales, correo electrónico, llamado telefónico o mensaje de Whatsapp, todas son opciones válidas para saquear a las víctimas.

Los delincuentes cibernéticos se las ingenian para obtener datos de cuentas bancarias o directamente el desembolso de quienes caen inocentemente en el juego.

Estas personas suelen recibir llamadas o mensajes de texto provenientes de supuestos representantes de empresas conocidas, pidiendo datos para depósito de haberes, y hasta premios.

Pero hay tres errores específicos que nos pueden ayudar a detectar cuándo estamos frente al operador oficial de una empresa o un servicio, y cuando estamos en comunicación con un asaltante de la era digital.

El primero es una mala escritura. Sí, son muy inteligentes para diseñar rebuscadas artimañas para conseguir información o pertenencias de sus víctimas pero la mayoría no está en los detalles de redacción.

El texto está mal redactado, con visibles faltas de ortografía, que no corresponden con los mensajes que permitiría el departamento de comunicación de una empresa seria.

El segundo factor a tener en cuenta, es que haya algún número telefónico de referencia a donde poder comunicarnos. En caso de que no nos quieran dar uno es muy posible que estemos frente a un intento de robo.

Muchas veces los malvivientes les aseguran a las personas que son acreedoras de descuentos o regalos, en ese caso estas deben dar las gracias y avisar que se comunicarán directamente al número de la empresa para reclamar su premio.

Finalmente, otra clara señal de que estamos ante una estafa es cuando el operador del otro lado del teléfono ya sea por llamada o mensaje está apurado. De hecho si le pedimos un contacto a donde comunicarnos, dirá que el descuento o el regalo se pierden en un corto tiempo.