Cossa, Halac, Perinelli: protagonistas de un hecho artistico que fue politico

A horas de que se cumplan 40 años del nacimiento de Teatro Abierto, que convocó a decenas de directores, autores e intérpretes teatrales en un movimiento artístico en reacción a la dictadura militar, los dramaturgos Roberto "Tito" Cossa, Ricardo Halac y Roberto Perinelli recordaron la experiencia a pedido de Télam.
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Roberto “Tito” Cossa: “Teatro Abierto permanece como un hecho político”

“En estas cuatro décadas que pasaron, el teatro independiente argentino es un fenómeno cultural, más allá de que Teatro Abierto haya sido un hecho político. Pero no creo que las nuevas generaciones –algunos no habían nacido- se referencien en él, aunque Teatro Abierto tiene algo de mito, que, insisto, permanece en la memoria como un hecho político.
“Probablemente lo ideológico haya dejado de tener importancia en los autores desde 1981 hasta el presente; no es lo mismo vivir bajo una dictadura como la que atravesamos los que vivíamos en aquel momento, que vivir en esta democracia.
“Sobre el corte que significó la pandemia no tengo una respuesta clara en cuanto a las formas de crear e ir al teatro; aparentemente, esta apertura parcial parece indicar que se volverá a la normalidad. De hecho, Teatro del Pueblo reabrió sus puertas el sábado pasado con dos espectáculos que estaban antes de la pandemia, y si todo sigue así, se sumarán las demás”.
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Ricardo Halac: “Quedó un testimonio de lo que se puede hacer con voluntades unidas”

“Teatro Abierto fue una respuesta contra la dictadura militar, que actuaba mediante la represión, imponía la censura y ejecutaba un plan económico financiero que a la larga sería terriblemente perjudicial para el país.
“Un grupo de dramaturgos, entre otros Osvaldo Dragún, Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa y el que escribe, empezamos a reunirnos en el 2º piso de Argentores, por supuesto con anuencia de la entidad. El detonante fue una resolución oficial que borraba al teatro argentino de la materia literatura argentina en los lugares donde se impartía.
“Luego de muchas conversaciones, no discusiones ni debates, porque nuestros objetivos eran los mismos, decidimos organizar un acontecimiento teatral como muestra de nuestra vitalidad y existencia. Se invitaría a participar del mismo a todos los dramaturgos, sin diferencias de ideología ni estilo.
“Al poco tiempo, éramos 21 dramaturgos. Convocamos a igual número de directores y una multitud de actores, escenógrafos, iluminadores y vestuaristas se sumaron a la iniciativa. Había nacido Teatro Abierto.
“Yo integré el grupo inicial y colaboré durante los tres años de existencia del movimiento, en todas las tareas en las que mi presencia fuera necesaria. Además, en su transcurso, estrené dos obras: ‘Lejana tierra prometidaÂ’, en 1981, y ‘Ruido de rotas cadenasÂ’, en 1983.
“Obviamente, lo que se recaudaba se guardaba para gastos y contingencias. Siguiendo la tradición del Teatro Independiente, todos éramos iguales y nadie cobraba. Por último, en lo humano quedó un testimonio único de todo lo que se puede hacer con voluntades unidas, a favor de un objetivo común, el más importante de todos, la libertad de expresión”.
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Roberto Perinelli: “Había un público politizado que quería encontrar un lugar donde juntarse”

“Yo estuve casi al principio, cuando fui convocado como autor. Pero Teatro Abierto comenzó a preparase antes, a mediados del 80, en reuniones que se hacían en casas particulares (la de Gorostiza fue la más usada). Fue un proyecto de autores que se plantearon la célebre frase, ‘algo hay que hacer. El ‘quéÂ’ se encontró en el verano: tres obras de media hora de duración, durante los siete días de la semana, durante dos meses.
“Frente al incendio todo era desazón y miedo (¿hasta dónde iba a llegar la dictadura?) e incertidumbre. Pero no hubo nunca intención de retroceder, sino de seguir. Esto se comunicó en una célebre conferencia de prensa que se hizo en el Teatro Lasalle, con presencia de intelectuales, políticos (que estaban ‘resucitandoÂ’) y teatristas.
“En tren de especular, sin Teatro Abierto creo que habría sido el fin del teatro independiente, tal cual hoy lo reconocemos: peleador, resistente, siempre disruptivo. Cierto que hubo carencias estéticas, resignadas por lo político. Pero también un cúmulo de grandes obras, seis o siete, que en el total de 21 es un porcentaje muy alto.
“Además atrajo todo el público politizado que quería encontrar un lugar donde juntarse y a un grupo grande de teatristas que por primera vez se sentían unidos por un colectivo casi perdido, el independiente. El teatrista que no apoyó desde el escenario, lo hizo desde la platea”. (Télam)