Irak, Turquia y la cuestion kurda

Irak y Turquía comparten frontera, lazos culturales e históricos y el rechazo a la aspiración de los kurdos de crear un Estado independiente en el norte de Irak, aunque la forma de evitar este escenario ha causado recientes turbulencias en sus relaciones.
Los kurdos son la minoría étnica más grande de Irak, el 20% de la población del país árabe y 8 de los cerca de 30 millones que viven en una enorme zona contigua que abarca parte del norte iraquí, sudeste de Turquía, noreste de Siria y oeste de Irán.
Al ser el grupo étnico más grande de Medio Oriente que no posee un Estado propio, desde hace un siglo aspiran a formar una nación soberana que reúna a esos territorios colindantes de mayoría kurda.
Turquía, Siria, Irak e Irán rechazan esta posibilidad, y desde que Occidente les prometió independencia tras la caída del Imperio Otomano -germen de la actual Turquía-, en 1923, los kurdos iraquíes han sufrido una historia de traición, opresión y genocidio.
Desde su independencia en 1932, aunque con la notable excepción de un conflicto por el agua que se perpetúa hasta hoy día, Irak tuvo relaciones relativamente estables con Turquía, hasta que la invasión iraquí de Kuwait de 1990 las alteró de manera radical.
En un gran giro, Turquía permitió a las fuerzas de la ONU lideradas por Estados Unidos usar bases en su territorio desde las que partían aviones a bombardear Irak, hasta que la coalición logró su objetivo de expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait, en 1991.
Alentados por Estados Unidos, los kurdos se alzaron en Irak, pero Washington los libró a su suerte y el Gobierno de Saddam Hussein aplastó la rebelión y mató a decenas de miles de kurdos. Cientos de miles más huyeron a zonas limítrofes con Turquía e Irán.
Luego de aquel abandono, Estados Unidos, con aval de la ONU, creó y protegió una zona de refugio para los kurdos en el norte de Irak que los salvó del extermino. Con renuencia, Bagdad permitió finalmente a los kurdos gozar allí de una autonomía de hecho.
Esto favoreció el asentamiento en esa zona del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un grupo armado kurdo que desde 1984 libra un sangriento conflicto con el Estado turco por independizar el sudeste de Turquía, que es de mayoría kurda.
Turquía reaccionó con numerosas ofensivas aéreas contra posiciones del PKK en el Kurdistán iraquí, una zona de gran riqueza petrolera que realza su importancia geopolítica.
Las relaciones turco-iraquíes entraron en otra fase con la invasión estadounidense de Irak de 2003, a la cual Turquía se opuso por temor a que el derrocamiento del Gobierno árabe de Hussein aumentara las chances de una mayor autonomía kurda.
En efecto, los kurdos iraquíes se aliaron con Estados Unidos para la guerra y ganaron poder dentro de Irak, tanto que en 2005 el Gobierno árabe chiita que reemplazó al de Hussein reconoció oficialmente al Gobierno Regional del Kurdistán iraquí.
Esto limitó la capacidad turca de lanzar operaciones militares, porque Irak se convirtió físicamente en suelo estadounidense, obligando a Turquía a pedir permiso a EEUU para cualquier intervención contra el PKK en territorio iraquí.
Con escaso diálogo, además, con el nuevo Gobierno de Bagdad, Turquía diseñó una nueva estrategia para Irak a partir de 2008, consistente en entablar relaciones con todos los grupos árabes chiitas y sunnitas iraquíes deseosos de mantener el país unificado.
Pero los ataques turcos contra el PKK en el Kurdistán iraquí continuaron, provocando la indignación de Bagdad ante lo que consideraba como violaciones a su soberanía y dificultando una vez más el acercamiento de Turquía a Irak.
En 2014, el Estado Islámico (EI) tomó gran parte del oeste y norte de Irak, y el Ejército iraquí abandonó sus posiciones en el norte.
El vacío fue llenado por fuerzas kurdas, que tomaron la ciudad petrolera de Kirkuk y otras zonas reclamadas por los kurdos pero hasta entonces fuera de su control.
El desbande del Ejército iraquí ante el avance del EI reforzó la tesis kurda de la incapacidad de Bagdad de defender el territorio y de la necesidad de avanzar hacia una independencia.
Tras años de preparativos, en 2017, los kurdos de Irak votaron por abrumadora mayoría a favor de la independencia en un referéndum convocado por el Gobierno regional y rechazado por Bagdad, Turquía e Irán.
El Gobierno central iraquí e Irán respondieron con una ofensiva que quitó a los kurdos el 40% de los territorios que habían ganado, incluyendo Kirkuk.
A fin de año, la Corte Suprema de Irak decretó que la consulta fue inconstitucional.
Los kurdos aceptaron el fallo de la Corte, pero tomaron el resultado del referéndum como punto de partida para negociaciones iniciadas poco después con Bagdad para normalizar las relaciones.
En octubre de 2019, el Ejército turco lanzó una gran operación contra los kurdos del norte de Siria y capturó una extensa franja de territorio al sur de su frontera con Siria que aún hoy ocupa.
El presidente iraquí, el kurdo Barham Salih, condenó la ofensiva, que volvió a tensar las relaciones con Turquía. (Télam)