Ariana Harwicz: Veo al hombre de hoy fragilizado, confundido, perdido
A pesar de la afonia con la que se presenta, la escritora argentina Ariana Harwicz vuelve a distinguirse por su voz transgresora en su nuevo libro, "Degenerado", concebido como una suerte de "acusacion general contra el hombre contemporaneo", que
A pesar de la afonía con la que se presenta, la escritora argentina Ariana Harwicz vuelve a distinguirse por su voz transgresora en su nuevo libro, "Degenerado", concebido como una suerte de "acusación general contra el hombre contemporáneo", que exagera en la figura de un pedófilo la peor lacra social.
"Es verdad que el peor crimen hoy es el crimen sexual, y jugar con ello, con como se defiende el hombre, era arriesgado. Pero me interesa escribir sobre cosas que incomodan, que me incomodan a mí, que nos ponen en una situación de conflicto", asegura la autora en entrevista exclusiva con Telam en la ciudad de Barcelona, España, donde recientemente presentó su novela publicada por la editorial Anagrama.
"Si bien el tema de la pedofilia está ahí y hay que hacerse cargo, de lo que me gustaría que se hable de este libro es de la acusación. Aquí se está acusando al hombre contemporáneo, a un viejo (...) como si se pudiera deducir que el hombre de hoy está siendo acusado de muchas cosas que ha hecho y está ahí y no sabe defenderse, es un estado de situación", subraya Harwicz, quien en julio desembarcará con su libro en Buenos Aires.
En "Degenerado", Harwicz se mete en la piel de un hombre inmerso en un proceso judicial por haber abusado y matado a una niña; y lo hace desde el monólogo, con la misma actitud cruda y violenta con la que abordó sus tres novelas previas, "Matate, amor"; "La débil mental" y "Precoz", que configuran una especie de trilogía crítica sobre la maternidad.
Aunque parezca que se ha producido algún tipo de quiebre en su obra, la autora, que recientemente compitió con la traducción de su libro en el premio Man Booker Internacional 2018, remarca que en su nueva novela "vuelve a caer en las garras de la maternidad", porque el protagonista "tiene una relación muy patológica con la madre".
"Habla con ella, la evoca, hay escenas con la madre... es interesante porque si una madre y un hijo llegan juntos a viejos pueden parecer una pareja. Hay algo de incestuoso, el amor filial, la obsesión en las relaciones madre e hijo, sigue ahí", afirma.
"Lo que era un desafío era escribir con la voz del hombre. Porque la lucha de la mujer la tengo clara, la escucho, la veo fuerte en general, con deseos, mientras tanto me pregunto qué está haciendo el hombre de este siglo", reflexiona Harwicz.
"En otra época, el hombre era el que conquistaba tierras, el cazador, el que traía la comida al hogar, pero ahora yo veo al hombre empobrecido, fragilizado, confundido, perdido y en un estado como de brutalidad", observa la escritora.
"El personaje de la novela es un poco todo eso: es un hombre acusado de un crimen, un chivo expiatorio, un perverso, un degenerado, es un hijo de mamá (¡ese gran amor que tienen los hombres con sus madres!), un hombre que no tuvo hijos, que no sabe cómo controlar su sexo, que sale a mear en los alrededores de las escuelas públicas donde hay niños haciendo deporte, es un poco un hombre en estado calamitoso, como el hombre hoy", remarca.
Afincada en Francia desde hace una década, la escritora argentina afirma que su libro tiene tanto de argentino como francés, porque su literatura surge de su interculturalidad.
La historia, en tiempos en los que la propia Iglesia católica está afrontando crímenes de pedofilia cometidos durante décadas, está construida desde "parámetros no realistas de la psicología", ya que "hay algunas lagunas, cosas fantasmales", explica la autora.
"Respecto a la pedofilia, al debate de si es un problema psicológico, si es genético, si es la sociedad, tomé en cuenta todo y nada. Me informé, leí los argumentos de los pedófilos y utilicé parte de su retórica", asegura.
Harwicz cuenta, sin embargo, que el personaje está construido principalmente desde el lenguaje: "Intento escuchar siempre cómo se habla, qué palabras se usan, porque si uno cierra los ojos, cuando no ves a una persona, lo que la define es la manera en que habla. Por eso trato que los personajes encuentren su identidad ahí, y este personaje habla raro".
De hecho, para encontrar la voz de este hombre pedófilo, la escritora leyó discursos políticos de dictadores como Hitler o Stalin y de represores argentinos, no tanto por lo ideológico, sino para "definir qué era el hombre antes y el hombre de ahora".
"El personaje está envalentonado, como Hitler, y luego es un miserable, pervertido. Crear este contraste es como construir un cuadro, y me llevó dos años hacerlo", señala.
Considerada una escritora radical, Harwicz subraya que no se propone escribir de forma programática sobre temas tabú, como el incesto o la perversión, "porque así no funciona, no hay obra".
Por el contrario, sostiene que "lo que transgrede es el lenguaje, en este caso en la voz que diferencia a los grandes héroes de las novelas de antes y el hombre minúsculo de ahora". (Télam)
"Es verdad que el peor crimen hoy es el crimen sexual, y jugar con ello, con como se defiende el hombre, era arriesgado. Pero me interesa escribir sobre cosas que incomodan, que me incomodan a mí, que nos ponen en una situación de conflicto", asegura la autora en entrevista exclusiva con Telam en la ciudad de Barcelona, España, donde recientemente presentó su novela publicada por la editorial Anagrama.
"Si bien el tema de la pedofilia está ahí y hay que hacerse cargo, de lo que me gustaría que se hable de este libro es de la acusación. Aquí se está acusando al hombre contemporáneo, a un viejo (...) como si se pudiera deducir que el hombre de hoy está siendo acusado de muchas cosas que ha hecho y está ahí y no sabe defenderse, es un estado de situación", subraya Harwicz, quien en julio desembarcará con su libro en Buenos Aires.
En "Degenerado", Harwicz se mete en la piel de un hombre inmerso en un proceso judicial por haber abusado y matado a una niña; y lo hace desde el monólogo, con la misma actitud cruda y violenta con la que abordó sus tres novelas previas, "Matate, amor"; "La débil mental" y "Precoz", que configuran una especie de trilogía crítica sobre la maternidad.
Aunque parezca que se ha producido algún tipo de quiebre en su obra, la autora, que recientemente compitió con la traducción de su libro en el premio Man Booker Internacional 2018, remarca que en su nueva novela "vuelve a caer en las garras de la maternidad", porque el protagonista "tiene una relación muy patológica con la madre".
"Habla con ella, la evoca, hay escenas con la madre... es interesante porque si una madre y un hijo llegan juntos a viejos pueden parecer una pareja. Hay algo de incestuoso, el amor filial, la obsesión en las relaciones madre e hijo, sigue ahí", afirma.
"Lo que era un desafío era escribir con la voz del hombre. Porque la lucha de la mujer la tengo clara, la escucho, la veo fuerte en general, con deseos, mientras tanto me pregunto qué está haciendo el hombre de este siglo", reflexiona Harwicz.
"En otra época, el hombre era el que conquistaba tierras, el cazador, el que traía la comida al hogar, pero ahora yo veo al hombre empobrecido, fragilizado, confundido, perdido y en un estado como de brutalidad", observa la escritora.
"El personaje de la novela es un poco todo eso: es un hombre acusado de un crimen, un chivo expiatorio, un perverso, un degenerado, es un hijo de mamá (¡ese gran amor que tienen los hombres con sus madres!), un hombre que no tuvo hijos, que no sabe cómo controlar su sexo, que sale a mear en los alrededores de las escuelas públicas donde hay niños haciendo deporte, es un poco un hombre en estado calamitoso, como el hombre hoy", remarca.
Afincada en Francia desde hace una década, la escritora argentina afirma que su libro tiene tanto de argentino como francés, porque su literatura surge de su interculturalidad.
La historia, en tiempos en los que la propia Iglesia católica está afrontando crímenes de pedofilia cometidos durante décadas, está construida desde "parámetros no realistas de la psicología", ya que "hay algunas lagunas, cosas fantasmales", explica la autora.
"Respecto a la pedofilia, al debate de si es un problema psicológico, si es genético, si es la sociedad, tomé en cuenta todo y nada. Me informé, leí los argumentos de los pedófilos y utilicé parte de su retórica", asegura.
Harwicz cuenta, sin embargo, que el personaje está construido principalmente desde el lenguaje: "Intento escuchar siempre cómo se habla, qué palabras se usan, porque si uno cierra los ojos, cuando no ves a una persona, lo que la define es la manera en que habla. Por eso trato que los personajes encuentren su identidad ahí, y este personaje habla raro".
De hecho, para encontrar la voz de este hombre pedófilo, la escritora leyó discursos políticos de dictadores como Hitler o Stalin y de represores argentinos, no tanto por lo ideológico, sino para "definir qué era el hombre antes y el hombre de ahora".
"El personaje está envalentonado, como Hitler, y luego es un miserable, pervertido. Crear este contraste es como construir un cuadro, y me llevó dos años hacerlo", señala.
Considerada una escritora radical, Harwicz subraya que no se propone escribir de forma programática sobre temas tabú, como el incesto o la perversión, "porque así no funciona, no hay obra".
Por el contrario, sostiene que "lo que transgrede es el lenguaje, en este caso en la voz que diferencia a los grandes héroes de las novelas de antes y el hombre minúsculo de ahora". (Télam)
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