D-Interés 22 de mayo de 2024

Destacan la “capacidad social y política” de las orcas

Hay que rechazar los relatos sensacionalistas que presentan a estos animales como agresivos, advierte la investigadora canadiense Sarat Colling

Sarat Colling.
El Papa advirtió sobre la “actitud suicida” de los católicos conservadores

Por Marta Montojo

“Hay que rechazar los relatos sensacionalistas que presentan a los animales, como las orcas, como maliciosos o agresivos. Pero, al mismo tiempo, no debemos descartar su capacidad social y política”, advierte la investigadora canadiense y activista por el bienestar de los animales Sarat Colling, quien en una entrevista con EFEverde.com asegura que, ante la adversidad, estos demuestran una “inspiradora capacidad de acción colectiva”.

Esta especialista en estudios críticos sobre animalidad, doctora en Sociología Crítica por la Brock University de Ontario, ha publicado recientemente en España ‘Insurrección animal. Historias extraordinarias de rebelión y resistencia de los animales en la era del capitalismo global’. El ensayo, editado por Errata naturae, recopila historias de animales que se han sublevado contra su opresor, que han llevado a cabo acciones de represalia y que se han aliado incluso con otros animales.

“De la selva a la calle, los animales revelan un profundo sentido de comunidad, solidarizándose valientemente con sus congéneres y más allá. Algunos animales cautivos muestran una voluntad inquebrantable y una comunidad compartida en la medida en que esto es posible dadas las circunstancias”, aduce Colling.

De orcas y veleros

A propósito de lo que se ha calificado en la prensa como “ataques” de orcas a embarcaciones en torno a la Península Ibérica, como el hundimiento de un barco por la presencia de estos cetáceos en el Estrecho de Gibraltar la semana pasada, Colling critica que al hablar de estos incidentes ha habido un “cierto sensacionalismo” que ha enmarcado esas interacciones como si se tratase de “ataques vengativos y aterrorizantes”.

“Esta representación las pinta como temibles, reforzando las ideas históricas erróneas de los cetáceos como monstruosos. Desde el folclore hasta el cine, las orcas han sido vilipendiadas, perpetuando su persecución”, incide la activista, natural de la isla de Hornby, (Columbia Británica). Y aclara: “Ninguna orca salvaje ha dañado letalmente a un ser humano”.

En agosto de 2023, los tripulantes de un velero que navegaba a unas siete millas de las costas de Tarifa dispararon a un grupo de orcas con un tipo de proyectiles de aire comprimido, algo que desató una ola de indignación entre la opinión pública. Un fenómeno surgió incluso en defensa de estos mamíferos marinos desde que se han popularizado estos incidentes -sobre todo, desde el verano de 2020- con las orcas “Gladys”, como se ha apodado a estos animales supuestamente justicieros. Incluso la vicepresidenta del Gobierno y ministra para la transición ecológica, Teresa Ribera, hizo algunos guiños a estas orcas en sus publicaciones en la red social X en plena campaña electoral antes del 23J.

“Naranjas, calor y bolsas de plástico. El cambio climático disminuye el agua disponible (en España ,12% menos que en 1980), supone más olas de calor y temperaturas medias más altas. ¡¡Mejor escuchar a la ciencia que improvisar!! ¿O llamamos a Gladys ante tanto tiburón?”, escribió Ribera en respuesta a varios miembros del Partido Popular y Vox.

 

Naranjas🍊, calor y bolsas de plástico.

El cambio climático disminuye el agua💧disponible (en 🇪🇸,12% menos que en 1980), supone más olas de calor 🔥 y temperaturas medias más altas.

¡¡Mejor escuchar a la ciencia que improvisar!!

¿O llamamos a Gladys 🐳ante tanto tiburón💵?#23J🌹 pic.twitter.com/AoUtp0Ubrz

— Teresa Ribera 🌹 (@Teresaribera) July 3, 2023

¿Venganza o autodefensa?

Aunque es posible que su comportamiento tenga un origen defensivo, que esta comunidad de orcas busque algún tipo de venganza es, para Colling, “muy improbable”.

“Las orcas en libertad rara vez son “agresivas” con los humanos. Como ha señalado Erich Hoyt, experto en orcas, aunque las del noroeste del Pacífico sufrieron innumerables heridas de bala y sus familias fueron destrozadas, han mostrado contención en miles de encuentros posteriores con pequeñas embarcaciones y buceadores”, asevera la investigadora.

Y las orcas ibéricas, dice Colling, siguen esta pauta. “Aunque son más pequeñas que sus homólogas del Pacífico Noroeste, son mamíferos formidables y podrían hundir más embarcaciones si lo desearan. Cuando entrevisté a una marinera testigo, cuyo barco fue hundido por un trío de orcas frente a la costa de Muros, sobre cómo cree que las orcas percibieron su barco, recuerda que parecían contenerse a pesar de haber dañado el timón. No percibió ninguna intención vengativa”.

La activista antiespecista pide cautela a la hora de representar a las orcas, y reclama un esfuerzo por comprender a estos mamíferos marinos “en sus propios términos, sin sensacionalismos ni simplificaciones excesivas”.

“Para evitar confusiones y hacer hincapié en la naturaleza defensiva”, ella alega haber dejado de utilizar el término “ataque”, salvo que la palabra vaya entre comillas, cuando describe episodios de resistencia animal.

Pero, más allá de las orcas, ¿pueden atribuirse a los animales motivaciones que entendemos y definimos desde un punto de vista humano, como la venganza? Colling sostiene que sí. “Diversas anécdotas y algunas investigaciones sugieren que ciertos animales pueden mostrar comportamientos que se asemejan a la venganza. Los investigadores Frans de Waal y Marc Bekoff han observado que algunos animales parecen promulgar venganzas o mostrar resentimiento”, argumenta.

Por ejemplo, la investigadora menciona el caso de una tigresa de Amur “que acechó y mató a un cazador furtivo que le había disparado y herido (más tarde se descubrió que había recibido decenas de disparos en el pasado, y que la acción de este hombre fue la gota que colmó el vaso)”, o el de una tigresa siberiana llamada Tatiana que “escaló el muro de un zoo y atacó a los individuos que la habían estado acosando ese mismo día”.

“También hubo una tropa de babuinos que esperó durante días para lanzar piedras a un vehículo que había atropellado a otro babuino”, agrega Colling. “Estas acciones implican un nivel de procesamiento cognitivo y respuesta emocional paralelo a los conceptos humanos de venganza o justicia”, sostiene.

Pero, en el caso de las ballenas, Colling arguye que la búsqueda de venganza no es un fenómeno habitual, si bien se han dado casos en los que pueden haber tomado represalias. Recuerda, por ejemplo, el incidente sucedido entre un cachalote y el ballenero Essex el 20 de noviembre de 1820. El animal “estaba claramente desactivando una amenaza, pero también es posible que buscara justicia”. El primer oficial, Owen Chase, no obstante, lo interpretó como una venganza, apunta Colling, que narra este episodio en su libro. Cuando más tarde reflexionó sobre la interacción con el cachalote, Chase escribió en su diario: “Vino directamente del banco de arena en el que habíamos entrado poco antes….y en el que habíamos golpeado a tres de sus compañeros, como encendidos en venganza por sus sufrimientos”.

Solidaridad de grupo

‘Insurrección animal’ recoge todo tipo de historias reales en que los individuos han impulsado “revoluciones” para liberar del opresor a otros animales, como sucedió, por ejemplo, con un loro llamado Chango, en Wichita (Kansas, EE.UU.).

En lo que la autora llama “una demostración de apoyo mutuo”, el loro no solo se liberó a sí mismo, sino que facilitó la fuga a un grupo de loros de cabeza amarilla: “Cuando la pareja que le cuidaba se marchó un fin de semana, Chango aprovechó para desatornillar la jaula con el pico. Después, voló por el recinto para abrir las de los demás”.

“Cuando los monos abren los cerrojos y se escapan de las jaulas de los laboratorios, cuando los cerdos se niegan a bajar por la rampa que conduce al matadero, cuando las vacas se enfrentan a quienes les roban a sus hijos, cuando los salmones se revuelven y jadean si los sacan del agua a la fuerza y cuando los elefantes atacan a quienes mataron a los miembros de su familia o invadieron sus tierras, sus acciones hablan con rotundidad. Cuando las vacas se congregan y mugen para dar la bienvenida a los nuevos residentes en los santuarios animales y cuando las gallinas cloquean y arrullan a sus pollitos recién nacidos para consolarlos, sus voces son claras”, escribe Colling.

Visión antropocéntrica y dominación animal

“Aunque los animales han estado relegados a los márgenes por las disposiciones espaciales e ideológicas humanas, también ellos son sujetos de sus propias luchas, el núcleo de su movimiento de liberación”, concluye la socióloga en el ensayo.

Pero, aclara en la entrevista, “el fenómeno de la subestimación humana de los animales no es universal”. “Es especialmente frecuente en las sociedades capitalistas coloniales, en las que los animales están muy devaluados y se consideran mercancías o propiedades, y existe la creencia en el excepcionalismo humano (y en el posicionamiento de los humanos como la medida universal de la inteligencia)”, señala.

Sin embargo, valora que el siglo XXI, “con sus avances digitales y tecnológicos y la expansión global de la cultura del consumo, ha conducido paradójicamente tanto a una mayor explotación de los animales en las jaulas abarrotadas del complejo animal-industrial como a un creciente interés por la cognición, la vida y el bienestar de los animales”.

Celebra espacios como algunos santuarios de animales, que, opina, han contribuido a esta toma de conciencia “desafiando activamente las normas sociales dominantes que cosifican a los animales”.

“Muchos santuarios no sólo ofrecen refugio a los animales liberados de la explotación, sino que también sirven de modelo de cómo podrían funcionar las comunidades multiespecíficas cuando todos los animales son considerados seres sensibles. En estos espacios transformadores, los animales se convierten en miembros activos de la comunidad, enseñando, cuidando y formando vínculos sociales significativos. Se reimaginan las relaciones entre especies, se desmantelan las jerarquías y se permite florecer a los individuos”, explica. EFEverde

mmt/al

EFE

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