La deficiencia de vitamina D es una de las principales causas de enfermedades en el mundo, pero se sabe poco sobre su importancia para el organismo.
Este nutriente es vital para el desarrollo humano, animal y vegetal, siendo indispensable para la absorción del calcio necesario para nuestros huesos.
Además, músculos, nervios y el sistema inmunitario requieren esta vitamina para combatir bacterias y virus.
La vitamina D también tiene un efecto reparador en el cuerpo y beneficia la tiroides, el metabolismo y la regulación de hormonas.
Se ha demostrado científicamente que ayuda a prevenir y combatir el cáncer, además de proteger el corazón.
Su deficiencia está relacionada con problemas renales, y las personas que requieren diálisis suelen tener niveles excesivamente bajos de vitamina D, con una alta incidencia de problemas cardiovasculares.
La carencia de niveles adecuados también puede provocar inflamación, diabetes y obesidad.
En una entrevista con GRUPOLAPROVINCIA.COM, Sofía Barroso, Chef y Health Coach, señala que el principal causante de estas enfermedades es la desinformación.
Barroso destaca que, aunque nos guiamos por los resultados de los exámenes de laboratorio, estos indican niveles mucho más bajos de vitamina D de los necesarios.
A través de evidencia científica, se ha comprobado que los niveles correctos para evitar enfermedades oscilan entre 50 y 70 nanogramos por decilitro, y para combatir células cancerígenas se requieren de 70 a 100 nanogramos por decilitro.
Gran parte de esta problemática se debe al hecho de no exponerse al sol, especialmente en países con condiciones climáticas adversas.
Sin embargo, incluso aquellos que tienen la posibilidad de hacerlo a diario muchas veces no lo hacen por falta de tiempo, espacio o por el miedo que genera la desinformación.
En este contexto, la industria de los suplementos está en ascenso a nivel mundial. La pandemia no solo ha concientizado sobre la importancia de cuidar la salud, sino también sobre la necesidad de suplementarse, ya que la alimentación actual no proporciona los nutrientes necesarios para que nuestro organismo funcione en óptimas condiciones.
Barroso, quien actualmente se encuentra certificándose en nutrición moderna en la academia del Dr. Guillermo Rodríguez Navarrete, afirma: “El sol no es cancerígeno, al contrario, nos han hecho creer que lo es para alimentar una industria de productos que nos mantiene enfermos, ya que es más rentable para la industria y los gobiernos tener personas enfermas que sanas”.
“Una persona sana cuesta más a un gobierno que una persona enferma, que contribuye a industrias como la medicina y la cosmética”, añade.
Y continúa explicando: “En la prehistoria, cuando éramos cazadores-recolectores, nos exponíamos al sol prácticamente sin protección. Con el tiempo, las casas nos empezaron a cubrir del sol y comenzaron a surgir enfermedades modernas”.
“No solo la alimentación deficiente en nutrientes es responsable, sino también la exposición a frecuencias dañinas, como la luz azul de las pantallas LED y las luces en nuestras casas”, advierte.
En relación a la toma de sol, “la realidad es que deberíamos exponernos durante todo el día, pero para empezar pueden ser 30 minutos, distribuidos idealmente en 10 minutos al amanecer, 10 al mediodía y 10 al atardecer”.
Además, resulta crucial examinar la calidad de los suplementos, dando preferencia a aquellos que provengan de cultivos orgánicos, libres de químicos y pesticidas.
Aunque estos puedan contener niveles menores de vitamina D, su absorción en el organismo será más efectiva.
Respecto a la alimentación, un estudio de la Oficina de Suplementos Dietéticos del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, explica que son muy pocos los alimentos que contienen esta vitamina en forma natural, a saber, los pescados grasos como la trucha, el salmón, el atún, la caballa, así como los aceites de hígado de pescado.
El hígado de ganado vacuno, la yema de huevo, el queso y algunos hongos contienen cantidades pequeñas de vitamina D.
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