Queriamos tanto al Mariscal

Hace cinco años partio de este mundo un jugador extraordinario y uno de esos seres humanos cuya ausencia persiste en hacerse oir y convocar a los duendes de la nostalgia: Roberto Perfumo, El Mariscal.

Deportes09 de marzo de 2021 Agencia Télam
Hace cinco años partió de este mundo un jugador extraordinario y uno de esos seres humanos cuya ausencia persiste en hacerse oír y convocar a los duendes de la nostalgia: Roberto Perfumo, El Mariscal.
Sepan, jóvenes desentendidos o desprevenidos, legos o despistados, que aquel hombre cuyo cuerpo se precipitó al vacío desde las escaleras de un restorán de Puerto Madero y murió un puñado de días después, fue un imprescindible en la selecta galería de los luminosos animales futboleros nacidos en la Argentina.
Perfumo nació el tercer día de 1942 en Sarandí y en sus escarpados potreros pasó la niñez y la adolescencia corriendo de sol a sol tras la pelota y soñando con ser aceptado en un club profesional.
Recién en el cuarto intento logró que pasaran por alto sus piernas chuecas y su presunta endeblez física y así escaló en las divisiones menores de Racing Club de Avellaneda hasta llegar a Primera, aunque no en el puesto donde permanecería más de una década y brillaría.
Ahí donde Perfumo se concebía segundo central o mediocampista, el entrenador Juan José Pizzuti descubrió un número 2 de excepción: "Usted va a ser un gran 2 y va a jugar el Mundial de Inglaterra. Tráigame un perramus de regalo".
De la inspiración premonitoria de Pizzuti al crack del Racing "de José" y sin escalas al Mundial 66 y el reconocimiento como la expresión más elevada en ese puesto en la clave de bautismo sellada por el relator José María Muñoz: "El Mariscal".
Perfumo, el cara de ángel áspero y expeditivo que cuando volvía a su casa se encontraba con las observaciones de un padre albañil que mientras tomaba mate veía el fútbol con los ojos de Muñoz: "Hoy dijo que anduviste muy bien" o "qué mal jugaste, Muñoz dijo que estuviste flojo".
¿Por qué camino un 6 terrenal se convirtió en un 2 celestial?
"Veía que el central que salía jugando siempre, jamás la reventaba aunque se metiera en problemas. Y que el central que la reventaba, la tiraba lejos, siempre, aunque estuviera solo y pudiera salir jugando. Así que decidí que lo mío sería alternar, pero eso sí: me prometí decidir que iba a hacer cuando estuviera por llegar la pelota a mi posición y no dudar jamás. Si la reventaba, la reventaba. Y si había decidido apoyar, arriesgaba".
Así recordaba Perfumo su reconversión como futbolista, con la misma fluida verba que describía lo bien que le había ido en Cruzeiro, lo mal que había jugado en el Mundial de Alemania 74, la impotencia que había sufrido dominado hasta los lindes de la humillación por la Naranja Mecánica de Holanda y la gratitud hacia Ángel Labruna: "Me convenció de ir a River cuando yo pensaba en retirarme. Salimos campeones después de 18 años de sequía. Ángel era un tipo entrañable, tenía calle y picardía. Era burrero. Un día que aprontaba un caballo suyo nos llevó a entrenar al hipódromo".
Empresario fugaz, director técnico, psicólogo social, comentarista y panelista de las tertulias futboleras de la televisión, el Mariscal elevó la vara del análisis y la polémica bien entendida bajo el amparo de una exquisita mixtura de empedrado, césped y biblioteca.
Nochero, tanguero, amiguero, peronista y charlista, solía bromear acerca del acendrado machismo y sexismo con los que fue forjado y se forjó como futbolista.
Sin embargo, el desandar de su experiencia vital ofreció bastante más que evocaciones en tono zumbón. También Roberto Perfumo hizo público su mea culpa por una tendencia a la suela firme y a menudo artera que en su momento vivió sin culpas y que sus años de terapia lo condujeron a reformular: "Yo era malo. Tenía maldad para pegar. Una vez Carlitos López, el de Colón y Estudiantes, fue a buscarme al vestuario y me dijo 'mirá como me dejaste la rodilla, Roberto'. Casi me largo a llorar".
En sus tiempos de baby face aterciopelado y tremebundo fue compañero de Alfio Basile en Racing, de Daniel Passarella en River y de José Rafael Albretch y Roberto Domingo Rogel en la Selección, entre varios nombres ilustres.
De Coco Basile solía ponderar su profundo entendimiento del juego, así como de Osvaldo Zubeldía, el Flaco Menotti y el Doctor Bilardo.
En los que cifraron la inminencia del final de su vida solía interrogarse por la real dimensión del amor por la pelota de futbolistas que sueñan con irse a Europa y hacerse millonarios a los 22 años, se entrenan por puro imperio de la obligación y se desvelan por los juegos electrónicos, las selfies y las redes sociales.
Pero nada más lejano que el resentimiento en Roberto Perfumo, más bien una imprecisa mezcla de nostalgia, extrañeza y aceptación a la mutación de los tiempos.
Apegado y fiel a ciertos valores que nunca declinó y defendió con la contundente prédica del ejemplo, hasta cultivó la nobleza de consentir una célebre anécdota que Diego Maradona fabuló en el programa "Hablemos de fútbol".
En presencia del periodista Víctor Hugo, Maradona narró una secuencia de un partido Argentinos Juniors-River en el que Perfumo lo bajó con un trancazo y tras lo cual se entabló un fugaz e hilarante diálogo.
En realidad, Maradona y Perfumo jamás coincidieron en un campo de juego, jamás se enfrentaron, pero el entrañable Mariscal quiso y supo callar, se llevó la verdad a la tumba el 10 de marzo de 2016 y hoy sabe grato imaginar que el 25 de noviembre de 2020, cuando el Diego de Fiorito abrió la puerta del otro lado de las cosas, salió a darle la bienvenida con un abrazo de gol. (Télam)
Te puede interesar
Populares

Suscríbete al Resumen de Noticias para recibir periódicamente las novedades en tu email