¿Asistimos al final de la era del petróleo?
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A tenor de las previsiones de los analistas el futuro del petróleo no volverá a seguir las mismas pautas de los pasados años en los que se erigía como la principal fuente de energía a nivel mundial a la vez que generaba elevadísimas dosis de riqueza para los más importantes países productores.
Entre los mencionados países se encuentra Omán, nación cuya economía está basada en la explotación de las enormes reservas de petróleo y gas natural que abundan en su territorio y a quién la veloz transición hacia las energías limpias ha pillado por sorpresa, al tiempo que supone una merma en su principal fuente de ingresos, puesto que más de la mitad de su presupuesto para este 2021 está ligado a la renta generada por la explotación de los yacimientos de gas y petróleo. El resultado es que esta pandemia le está tocando de lleno y ahora se debate entre continuar hasta el final con su producción de petróleo o reciclarse y realizar la transición hacia las energías limpias o incluso explotar ambas opciones. Y es que el pasado 2020 el precio del petróleo se desplomó a mínimos históricos llegando el WTI a cerrar en Nueva York con precios negativos en los contratos con entrega en mayo a consecuencia de un exceso de extracción, de los escasos depósitos de almacenamiento y del desplome de la demanda a causa de la Covid-19, llegando a cotizar en abril de 2020 en un mínimo de -40,32 dólares.
Por su parte el barril de Brent no llegó al límite de no valer nada pero sufrió una importante caída cotizando en mayo del pasado año por debajo de los 16 dólares.
Aunque esta fue una caída histórica y la situación ha mejorado notablemente, el hecho es que cogió por sorpresa a los inversores de futuros del petróleo que, aun conociendo lo arriesgado de las inversiones en los mercados y sobre todo en activos volátiles, probablemente no eran conscientes de que esta situación podría llegar a producirse, creando un riesgo altísimo especialmente para aquellos que usan el apalancamiento en sus inversiones, como aquellos que se dedican al trading online o los que negocian a crédito.
Sin embargo las vacunas han llegado y demuestran su eficacia, por lo que los mercados se muestran confiados en que el final de las restricciones y los confinamientos se acerca, lo que supondrá un aumento en la demanda de crudo. Por su parte la OPEP y sus socios han llevado a cabo a lo largo de varios meses un recorte en la producción, lo que ha favorecido el aumento de los precios del barril y, aunque en un principio se creyó que la restricciones en la producción se prolongarían durante los próximos meses, recientemente anunció el incremento de su producción a partir del mes de mayo a causa de una significativa mejora en la demanda, aún así, la OPEP admite que la fragilidad de la recuperación del mercado exige una exhaustiva observación de su evolución, pese a las señales de mejoría en la situación.
Y es que Arabia Saudita, siendo el primer país exportador de petróleo a nivel mundial, ha sufrido los estragos de la pandemia de primera mano viendo como su gigante energético ARAMCO disminuía su beneficio neto en 2020 en un 44,4% en un momento en el que Riad invierte miles de millones de dólares en ambiciosos planes para la diversificación de su economía tan dependiente del petróleo y que en su mayoría deben ser financiados con los ingresos energéticos, por lo que esa elevada disminución en sus ingresos supone un escollo para la consecución de su objetivo.
¿Desaparecerá el petróleo definitivamente?
Y es que, a pesar de todo y aunque la transición hacia las energías renovables es un hecho, es un cambio que probablemente se prolongará durante décadas, sin olvidar que el petróleo tiene múltiples aplicaciones además de como combustible, pues es utilizado en la construcción de calles y autopistas, plásticos, telas sintéticas, pinturas, jabones cosméticos y una larga lista de utensilios que utilizamos habitualmente en nuestra vida diaria, por lo que, en opinión de algunos, puede que no llegue a desaparecer del todo.
Entre los mencionados países se encuentra Omán, nación cuya economía está basada en la explotación de las enormes reservas de petróleo y gas natural que abundan en su territorio y a quién la veloz transición hacia las energías limpias ha pillado por sorpresa, al tiempo que supone una merma en su principal fuente de ingresos, puesto que más de la mitad de su presupuesto para este 2021 está ligado a la renta generada por la explotación de los yacimientos de gas y petróleo. El resultado es que esta pandemia le está tocando de lleno y ahora se debate entre continuar hasta el final con su producción de petróleo o reciclarse y realizar la transición hacia las energías limpias o incluso explotar ambas opciones. Y es que el pasado 2020 el precio del petróleo se desplomó a mínimos históricos llegando el WTI a cerrar en Nueva York con precios negativos en los contratos con entrega en mayo a consecuencia de un exceso de extracción, de los escasos depósitos de almacenamiento y del desplome de la demanda a causa de la Covid-19, llegando a cotizar en abril de 2020 en un mínimo de -40,32 dólares.
Por su parte el barril de Brent no llegó al límite de no valer nada pero sufrió una importante caída cotizando en mayo del pasado año por debajo de los 16 dólares.
Aunque esta fue una caída histórica y la situación ha mejorado notablemente, el hecho es que cogió por sorpresa a los inversores de futuros del petróleo que, aun conociendo lo arriesgado de las inversiones en los mercados y sobre todo en activos volátiles, probablemente no eran conscientes de que esta situación podría llegar a producirse, creando un riesgo altísimo especialmente para aquellos que usan el apalancamiento en sus inversiones, como aquellos que se dedican al trading online o los que negocian a crédito.
Sin embargo las vacunas han llegado y demuestran su eficacia, por lo que los mercados se muestran confiados en que el final de las restricciones y los confinamientos se acerca, lo que supondrá un aumento en la demanda de crudo. Por su parte la OPEP y sus socios han llevado a cabo a lo largo de varios meses un recorte en la producción, lo que ha favorecido el aumento de los precios del barril y, aunque en un principio se creyó que la restricciones en la producción se prolongarían durante los próximos meses, recientemente anunció el incremento de su producción a partir del mes de mayo a causa de una significativa mejora en la demanda, aún así, la OPEP admite que la fragilidad de la recuperación del mercado exige una exhaustiva observación de su evolución, pese a las señales de mejoría en la situación.
Y es que Arabia Saudita, siendo el primer país exportador de petróleo a nivel mundial, ha sufrido los estragos de la pandemia de primera mano viendo como su gigante energético ARAMCO disminuía su beneficio neto en 2020 en un 44,4% en un momento en el que Riad invierte miles de millones de dólares en ambiciosos planes para la diversificación de su economía tan dependiente del petróleo y que en su mayoría deben ser financiados con los ingresos energéticos, por lo que esa elevada disminución en sus ingresos supone un escollo para la consecución de su objetivo.
¿Desaparecerá el petróleo definitivamente?
Y es que, a pesar de todo y aunque la transición hacia las energías renovables es un hecho, es un cambio que probablemente se prolongará durante décadas, sin olvidar que el petróleo tiene múltiples aplicaciones además de como combustible, pues es utilizado en la construcción de calles y autopistas, plásticos, telas sintéticas, pinturas, jabones cosméticos y una larga lista de utensilios que utilizamos habitualmente en nuestra vida diaria, por lo que, en opinión de algunos, puede que no llegue a desaparecer del todo.
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