Argentina Agencia Télam 18 de septiembre de 2020

Tenti Fanfani: En esta catastrofe educativa, todo lo que se hace es para minimizar las perdidas

Afrontar el dilema de restaurar la escuela prepandemia o rediseñarla de acuerdo a criterios humanistas o mercantiles sera el principal desafio de la educacion una vez que se supere la suspension de clases presenciales por el coronavirus, aseguro hoy

Afrontar el dilema de restaurar la escuela prepandemia o rediseñarla de acuerdo a criterios humanistas o mercantiles será el principal desafío de la educación una vez que se supere la suspensión de clases presenciales por el coronavirus, aseguró hoy el investigador y escritor Emilio Tenti Fanfani, quien destacó que mientras las instituciones escolares estén cerradas "todo lo que se puede hacer es minimizar las pérdidas".
Consultor de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), profesor e investigador en la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe) y titular de Sociología de la Educación en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Tenti Fanfani destacó en una entrevista con Télam que no hay soluciones a la mano ni recetas mágicas, a lo que calificó como "catástrofe educativa" y dijo que dotar de conectividad es equiparable ahora a lo que antes era "construir escuelas".

Telam: ¿Cómo están afrontando los sistemas educativos del mundo y el argentino en particular que millones de alumnos no estén en la escuela?
Emilio Tenti Fanfani: Todo lo que se hace en este contexto de pandemia tiene como objetivo minimizar las pérdidas. No he visto que haya un gran esfuerzo que se traduzca en una inversión educativa importante. Creo que se usaron los recursos que había en forma más racional tratando de llegar a todos, en especial a los más desfavorecidos, que son los que están menos equipados y con menos tecnología en sus hogares.

T: ¿Qué rol y valor adquieren la tecnología y la conectividad en este contexto de cierre de escuelas?
E.T.F: Hoy en día la conectividad tiene casi el mismo valor que lo que era la construcción de escuelas en otra época. Antes un gobierno decía invierto en educación y construía escuelas, hoy es dar conectividad, especialmente en los sectores más desfavorecidos. Sabemos que hay un cuarto de la población que no tiene conectividad ni acceso a herramientas tecnológicas; no se si hubo una inversión fuerte en este aspecto. Hoy tener derecho a la educación es tener conectividad; dejemos las obras públicas, hay otras cuestiones que son fundamentales como invertir en educación y salud.

T: ¿Qué relación encuentra entre la pandemia y las desigualdades que surgen con la educación a distancia ?
TF: Las desigualdades no son algo particular de esta circunstancia, sucede en todas las catástrofes que tienen consecuencias sociales, pierden siempre los que ya eran perdedores antes. En una inundación los más perjudicados son los pobres que tienen sus casas precarias en el barro. En las catástrofes, se acentúan estas desigualdades que son estructurales en nuestra sociedad, tanto sociales, como territoriales, por género, por etnia. Las mujeres son las que llevan la mayor carga porque tienen que sostener la educación de sus hijos en sus hogares.

T: ¿Cómo será la escuela pospandemia? ¿Qué tipo de instituciones serán las que reciban a los alumnos en las aulas?
TF: En la escuela pospandemia hay dos escenarios generales. Uno, probable, es la restauración de la vieja escuela prepandemia, están los pupitres, los directivos, los reglamentos y, si hay una vacuna, en dos o tres meses volvemos a la vieja escuela de antes. Pero hay que aprovechar el terremoto para diseñar otra escuela, este es el segundo escenario, no restaurar sino rediseñar la escuela.

T: ¿Cómo se efectuaría este rediseño de la escuela?
TF: En el rediseño se enfrentan dos intereses, la escuela tal cual está es una institución vetusta y criticada por todos y es muy probable que haya una lucha para rediseñarla. Se enfrentarán dos grandes alternativas: una es adoptar un modelo tecnocrático-mercantil que propone reemplazar la vieja escuela con sus edificios y millones de maestros en una inversión en autopistas informáticas, para que la educación se convierta en un gran negocio con mucha plata invertida en donde a través de la tecnología se pueda lograr por ejemplo que la UBA pueda competir con la universidad de Oxford o la de Harvard. Esta alternativa no es nueva, está desde hace 30 años. Las otra opción es convertir a la escuela en función de un humanismo igualitario.

T. ¿Cómo sería esta segunda opción?
TF: Es poner al día esta vetusta organización escolar y sintonizarla con los grandes problemas que enfrenta la sociedad como el desarrollo descontrolado de las tecnologías sin límites políticos ni éticos, la concentración de la riqueza, las crisis de la democracias, las nuevas formas de nacionalismos. Construir una escuela que no reniege de la tecnologías pero considerando que hay funciones que no se pueden efectuar sólo con tecnología. La escuela no es sólo aprender, es un lugar donde se hacen amigos, es el lugar del encuentro, del cara a cara, del cuidado del niño, la relación cuerpo a cuerpo en el mismo tiempo y espacio. Una escuela híbrida que va a preservar esa inevitable presencialidad. Este es un segundo proyecto en Argentina y América Latina y habrá una lucha y el desenlace entre las dos opciones dependerá de las estrategias que adopte cada jugador.

T: ¿Cómo analiza las marchas y contramarchas en el proceso de reapertura de escuelas?
TF: La responsabilidad de los ministros en este momento es enorme porque será criticado si abre y también lo será si no abre. No hay soluciones a la mano, en el mundo hay idas y vueltas. En Italia está precisamente esta discusión, compraron bancos especiales para garantizar el distanciamiento y aún no los distribuyeron, no saben bien que hacer. Hay lugares que abrieron y volvieron a cerrar y otros se abrieron por partes, es una situación muy compleja porque no hay recetas y no se pueden copiar modelos de otros países. A esto se suma el estado edilicio de las escuelas. Todo es ensayo y error para todos los países y está atravesado profundamente por intereses políticos.

T: ¿En qué sector de la enseñanza piensa que va a repercutir más la suspensión de clases?
TF: En los adolescentes hay un peligro de desenganche fuerte, va a costar hacer volver a estos chicos a las aulas, ya que en su mayoría van a perder el ritmo escolar en una edad muy compleja. Volver después de tanto tiempo, de tanto esfuerzo pedagógico "light" puede traducirse en un efecto negativo para muchos. Habrá que ir a buscarlos, protegerlos y procurar volver a los niveles de escolarización que había antes. Antes se criticaba que sólo se ponía el foco en la matrícula y no en los aprendizajes, ahora habrá que volver desde cero a recomponer la matrícula.

T: ¿Cómo se puede manejar la heterogeneidad que plantea estudiantes que tienen conectividad y Zoom todos los días con los que no pueden conectarse con su docente?
TF: Habrá una elite de alumnos que pertenecen a escuelas privadas no subvencionadas por el Estado que cobran miles de pesos la matrícula, que pasan esta situación y no perdieron sus rutinas. Ellos tienen reuniones de Zoom todos los días de dos horas de duración y sus escuelas tienen herramientas tecnológicas para darles. Pero incluso en las escuelas privadas que son subvencionadas por el Estado sus alumnos tendrán problemas. Entre esta elite y el resto habrá una brecha muy grande, por lo que todo lo que se realiza ahora, el esfuerzo de los docentes que se arremangaron sin saber de tecnología y los programas de estudio, son para minimizar las pérdidas que habrá tras la pandemia. (Télam)

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