¿Aumentan las tarifas? El dólar alto complica el panorama energético
Con un tipo de cambio flotante, crecen las dudas sobre el impacto en las tarifas. El Ejecutivo aún no definió cómo manejará los aumentos en los costos energéticos.
La nueva política cambiaria impulsada por el presidente Javier Milei, que establece una banda flotante entre los $1.000 y $1.400 para el dólar, comienza a tener efectos en diversos sectores de la economía. Uno de los más sensibles es el de la energía: luz y gas podrían sufrir nuevos aumentos si el tipo de cambio se mantiene por encima de los niveles anteriores.
Este escenario cobra aún más relevancia en un contexto en el que el Gobierno busca retirar al Estado del mercado eléctrico mayorista, dejando que las empresas pacten directamente la provisión de energía.
Costos crecientes y decisiones pendientes
Con una devaluación cercana al 10% tras el anuncio del nuevo acuerdo con el FMI, los costos de generación de energía aumentan medidos en pesos, incluso si el dólar se mantiene en el piso de la banda. El economista Julián Rojo advirtió que, de cara al invierno, “los costos de generación eléctrica van a crecer y van a ser más altos que en 2024 medidos en dólares”.
“Esto puede pasarse a tarifas o bien no pasarse y absorber el sobrecosto vía subsidios. En cualquier caso, si el tipo de cambio no va al techo de la banda, el impacto no debería ser un gran problema”, añadió.
Hasta el momento, no hubo definiciones oficiales sobre qué hará el Ejecutivo respecto a la inflación y a los ajustes tarifarios. Consultado en conferencia de prensa, el ministro de Economía, Luis Caputo, evitó precisar qué ocurrirá. “Es muy difícil de decir porque va a depender de dónde va el tipo de cambio. Lo mismo con las tarifas. A nosotros no nos sorprendería que en dos meses el dólar valiera mil”, respondió.
Menos subsidios, más mercado
En paralelo, el Gobierno ratificó su compromiso ante el Fondo Monetario Internacional de reducir los subsidios a la energía, incluso para los sectores medios. La hoja de ruta incluye aumentos en mayo para los usuarios de ingresos altos y medios, y desde junio se aplicará un nuevo esquema de precios estacionales sin intervención estatal.
Sin embargo, en abril se postergaron los aumentos previstos, en un intento por no frenar la desaceleración de la inflación y dar un alivio temporal a los hogares. Con un primer trimestre fiscal mejor al esperado, la administración de Milei cuenta con cierto margen para absorber el costo de esta postergación.
¿Qué pagamos en la factura?
El valor final de las boletas de luz y gas se compone de varios factores: el precio mayorista de la energía, el transporte, la distribución y los impuestos de distintos niveles del Estado. Por eso, cualquier incremento del dólar impacta sobre el precio base y puede derivar en subas para los usuarios.
Según el Observatorio de Tarifas y Subsidios del IIEP (UBA-Conicet), desde diciembre las tarifas de electricidad subieron un 264% y las de gas un 622% para los hogares del AMBA sin subsidios.
Además, con el nuevo esquema de segmentación, se espera que cerca del 60% de los usuarios de gas y el 70% de los de electricidad —correspondientes a los niveles N1 y N3— comiencen a pagar tarifas más elevadas, con un consumo base subsidiado y el excedente a precio pleno.
El factor inflacionario
El informe más reciente de JP Morgan advierte que el nuevo régimen cambiario podría generar presiones temporales sobre los precios de bienes transables. No obstante, el banco sostiene que el traspaso a precios será menor que en los últimos 20 años.
“La incertidumbre cambiaria se está trasladando a los precios, aunque los servicios básicos muestran un comportamiento relativamente favorable”, señala el documento. Aun así, el efecto inflacionario de un dólar más alto no debería alterar la tendencia a la baja que comenzó a verse desde principios de 2024.
El informe también eleva ligeramente la proyección de inflación para diciembre de 2025 al 26–27% anual, pero reduce la de diciembre de 2026 a un rango de entre 10% y 12%.
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