Eva Peron, de fashion icon a emblema drag

Desde su rol como actriz y modelo hasta las diferentes representaciones queer que se adoptan hoy de la imagen de Eva, Marcelo Marino traza un recorrido por las diversas reivindicaciones artisticas y literarias que hay de su figura y plantea, como

D-Interés06 de marzo de 2023 Agencia Télam
Desde su rol como actriz y modelo hasta las diferentes representaciones queer que se adoptan hoy de la imagen de Eva, Marcelo Marino traza un recorrido por las diversas reivindicaciones artísticas y literarias que hay de su figura y plantea, como cierre de su libro, la idea de un ascenso de la dirigente política “al cielo” de la justicia social.
-T: En tu capítulo definís a Eva como la mujer más notable de la moda en Argentina y decís que es un fashion icon. Hoy Eva es reivindicada públicamente en diferentes planos: el político, el social, el de los derechos para las mujeres, pero: ¿es reconocida en el plano de la moda también en la opinión pública?
-M.M: Yo creo que Eva siempre es un faro en muchos aspectos. En la década del 70 no hubo una reivindicación de su figura como la hubo después a partir de los 80. Pasa con todos los personajes: tienen momentos de estar a la sombra. Muchas de las biografías importantes sobre su vida fueron publicadas a fines de los 70, pienso en el libro de Marisa Navarro o el de Alicia Dujovne Ortiz, el de Juan José Sebreli, el de Beatriz Sarlo. Y luego la literatura, que es central en la construcción de la Eva desmitificada. El rol de Néstor Perlongher, de Copi, de Borges, de Walsh, de Lamborghini. Más el infame musical de Evita, que lo nombro rápidamente porque es muy falaz, una construcción de una Eva prostituta que engañó a los argentinos. En la moda hubo guiños: el uso de los clutch, tantas mujeres que se hicieron el rodete, la misma Lady Gaga peinada como Eva. En los 90 y 2000 empezaron a proliferar las producciones de moda inspiradas en ella. Pero depende mucho de la escena. En Argentina es una idea que está presente, pero que cuesta asumir y sacarle lustre. Este libro es para eso, tiene el capital simbólico para eso. La comunidad internacional, que no sabe sobre Eva, la alaba por la pregnancia de su imagen en el vestido de Dior.
-T: En el capítulo final el autor plantea que el ascenso de Eva no debe ser leído como personal sino como el ascenso social de una clase hacia “el cielo” de la justicia social. ¿Hasta qué punto estás de acuerdo con esto?
-M.M: El capítulo de Mariano López Seoane es el único que no tiene imágenes, porque no quise que ninguna imagen ancle el capítulo hacia una cuestión trans, travesti o LGBT. Creo que el punto fundamental es cómo hacer actual, contemporánea, a Eva. Creo que Eva está interpelando y siendo objeto de interés de generaciones más jóvenes, no tengo formas de confirmarlo, pero me da que aparece como un personaje interesante. Me interesa especialmente su rol de modelo porque la profesión en los 20, 30 y 40 eran muchas veces mujeres que después de posar se iban y vivían en un cuartito, no tenían nada. Pero nos han entregado las imágenes más maravillosas de la moda. Otras eran aristócratas que se casaban con hombres poderosos o banqueros. Otras eran pobres que se casaban con pobres. Pero esta ficción que vendía la modelo permitía este ascenso social como no permitía ninguna otra profesión. Eva desarrolla las habilidades de esta profesión y de eso hizo con un camino de vida. Hay algo de lo drag en Eva, esta cuestión de la sorpresa. Qué ejemplo de transformación y qué personaje transformador de la sociedad. Este ascenso de Eva es fenomenal. Y no lo digo porque me guste, lo digo como personaje histórico. Una mujer que viene de una zona alejada de Los Toldos y llega a ser Eva, es un fósforo, porque así como se enciende se apaga, y queda inscripta en la historia universal.

(Télam)
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