Brasil y Argentina: coyunturas paralelas

El legislador dio a conocer su postura sobre la situación nacional comparando con la situación por la que atraviesa el país vecino.

D-Interés10 de septiembre de 2018 Redaccion GLP
La avanzada contra los líderes del proceso que puso freno al neoliberalismo en América Latina es feroz. No es casual. Nuestro querido continente es nuestra patria grande no sólo por nuestro pasado colonial conjunto, ni por nuestra gloriosa gesta de la independencia, sino porque compartimos historia y sentir, porque por momentos el continente se tiñe de un color o de otros.

Así fue cuando, también en forma conjunta, ante la crisis y derrota de los gobiernos neoliberales impulsados por el Consenso de Washington y el Fondo Monetario Internacional, surgieron los que buscaron nuevas salidas, de modos diversos, pero respondiendo a demandas populares que estaban acalladas.

Hoy  la ofensiva para truncar definitivamente esos procesos es muy grande. Trabajan para ello sectores dominantes locales e internacionales, grandes monopolios mediáticos, y sectores del Poder Judicial, donde anida el poder más conservador y la complicidad más espúrea con grandes intereses.

Brasil es el más claro y triste ejemplo. Ecuador no escapó, y en la Argentina estamos viviendo un escenario donde se llevan adelante importantes causas de corrupción que comprometen toda una metodología de funcionamiento de la contratación de obra pública, con características procesales oprobiosas.

Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores está preso condenado por corrupción pasiva y lavado de dinero, pero eso no le impide ser candidato para las próximas elecciones del mes de octubre.

Su fortaleza, su historia, su recorrido, hacen que, tal como demuestra la propia encuestadora IBOPE, la intención de voto en su favor haya alcanzado el 37%, contra la principal figura opositora, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien alcanza un entre un 16 y un 19.

Hay un aspecto no menor y es el rango etáreo: tal como indica esa misma encuesta Lula consigue su mejor porcentual en la franja que va entre los 16 y los 24 años: un 45 %. En contrapartida, crece en los sectores económicos más concentrados, círculos más conservadores, incluidos algunos círculos religiosos, un clima político que exalta valores antidemocráticos. En eso, quizás haya puntos de contacto con la Argentina.

En medio, avanza también un elemento que actúa como funcional al poder: el desencanto con el sistema político, que se fue evidenciando en el creciente porcentaje de votos nulos, blancos y ausencias. A ello se suma la problemática de construir alianzas en una elección que incluye comicios locales, donde se juegan poderes muy personales.

La compleja situación de Lula también teje puentes, por encima de todas las circunstancias, entre sectores diversos, que si bien condenaron cuestiones de su gobierno, observan el peligro de la avanzada actual. Lula es el candidato sin lugar a dudas, más elegido, pero ante todo, el más temido por los poderosos.  Algo así sucede con Cristina Fernández, y su creciente imagen positiva.

Por otra parte, los gobiernos populares latinoamericanos del siglo XXI han generado nuevas identidades heterogéneas y transversales. Las generaciones nuevas parecen no estar dispuestas a las ideas retrógradas que impulsan los candidatos de las derechas, y son conscientes del deterioro y retroceso que implican para nuestros pueblos.

¿Cómo impactará en la Argentina lo que suceda en Brasil? Y aquí se ponen en juego dos cuestiones, más allá de lo ya dicho respecto de la avanzada de la ola de derecha, privatista e incluso militarista: cuánto de la intención de voto que tienen los grandes líderes latinoamericanos es “transferible” a otros candidatos, y en qué medida pueden/ quieren/ deben o no hacerlo. La situación de Lula es en ese sentido muy especial.

Según la encuesta del 22 de agosto de Datafolha, sin Lula, Bolsonaro lidera con el 22%, seguido por Marina Silva (16%) y Ciro Gomes (10%). Eso sacaría a Haddad, el candidato a vice de Lula, de la segunda vuelta.  Sin embargo, la misma encuesta señala que el porcentaje de este último crece si es que Lula lo señala como su candidato en caso de tener denegada judicialmente esa posibilidad.

El escenario político de nuestro país vecino es complicado, y el nuestro lo será también.  Lula desde la cárcel no baja los brazos, y nosotros no podemos menos.

Por Juan Manuel Pignocco, senador provincia por Unidad Ciudadana-FPV-PJ.

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