El drama del hambre en Argentina: datos alarmantes de la UCA

Más de 4 millones de chicos pasaron hambre en 2024. El informe de la UCA muestra un drama creciente en la infancia argentina. Entrá y conocé los datos.

Argentina14 de julio de 2025Juan Manuel VillarrealJuan Manuel Villarreal
Pobreza UCA
Más de 4 millones de chicos pasaron hambre en 2024

Un nuevo informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA expuso una realidad desgarradora: el 35,5% de los niños, niñas y adolescentes en Argentina enfrentó inseguridad alimentaria durante 2024. De ese total, el 16,5% atravesó una forma severa, sin acceso regular a los nutrientes básicos necesarios para crecer de manera saludable.

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Esto significa que más de 4,3 millones de chicos y chicas no tuvieron garantizada su alimentación durante el año pasado, en un país con altos niveles de pobreza y empleo informal.

Un problema estructural con picos críticos en 2024

El informe, titulado “Inseguridad alimentaria en la infancia argentina: un problema estructural observado en la coyuntura actual”, elaborado por Ianina Tuñón y Valentina González Sisto, revela que la crisis alimentaria infantil no es nueva, pero sí cada vez más grave.

UCA Informe 2024

El estudio analiza datos del período 2010-2024, con picos alarmantes en 2018, 2020 y nuevamente en 2024, año en que se registró uno de los niveles más altos de las últimas dos décadas.

Hambre, pobreza y precariedad: una triple amenaza

Según la Organización de las Naciones Unidas, la inseguridad alimentaria implica la falta de acceso regular a alimentos seguros y nutritivos. En Argentina, esto se agrava por la pobreza, la precariedad laboral, el desempleo y las condiciones habitacionales.

El informe señala que los hogares más afectados son aquellos con jefas o jefes sin empleo formal, familias monoparentales y hogares con muchos niños a cargo. También hay una clara relación entre la inestabilidad laboral y el riesgo de hambre infantil.

Efectos en el cuerpo, la mente y el futuro

El hambre en la niñez no es solo un problema de cantidad de comida, sino de calidad nutricional. La falta de proteínas, hierro, calcio, vitaminas y otros nutrientes básicos impacta en el desarrollo físico y cerebral, especialmente en los primeros años de vida.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la desnutrición puede afectar la memoria, el aprendizaje y el rendimiento escolar. Además, aumenta el riesgo de enfermedades como diabetes, obesidad, hipertensión y afecciones cardíacas en la adultez.

AMBA vs interior: dónde pega más fuerte el hambre

El estudio también muestra diferencias regionales. Hasta 2017, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) registraba los niveles más altos de inseguridad alimentaria. Sin embargo, hacia 2024, el interior del país alcanzó cifras similares, reflejando un empeoramiento generalizado.

UCA Informe 2024 II

Durante las crisis, el AMBA solía ser el más golpeado, pero hoy la situación se agravó también fuera del conurbano, donde los recursos estatales y comunitarios llegan con mayor dificultad.

El rol protector de la escuela

Un dato clave del informe es la relación entre asistencia escolar e inseguridad alimentaria. En hogares donde hay al menos un menor con déficit educativo, los niveles de hambre son sistemáticamente más altos.

“La permanencia escolar opera como un factor de protección frente al agravamiento de la inseguridad alimentaria”, indica el estudio. La escuela, además de brindar contención, también funciona como espacio de acceso a alimentos básicos a través de comedores y planes alimentarios.

El mapa del hambre: quiénes están más expuestos

El estudio usa modelos de regresión y análisis de panel para identificar patrones estables. Los principales factores de riesgo son:

  • Pertenecer a un estrato social bajo.
  • Vivir en hogares con empleo precario o desempleo.
  • Tener ingresos familiares por debajo de la línea de pobreza.
  • Vivir en hogares grandes o monoparentales.

Entre 2022 y 2024, más de la mitad de los chicos pasó al menos un año con inseguridad alimentaria. Solo el 44,5% se mantuvo libre del hambre durante los tres años.

Las cifras más duras: subempleo y hambre crónica

En hogares con trabajadores subempleados o desempleados, la inseguridad alimentaria alcanzó niveles extremos:

  • 43% en 2019
  • 49% en 2020
  • 51% en 2024

Además, el 14,8% de los niños y adolescentes sufrió inseguridad alimentaria crónica y el 9,2% empeoró su situación entre 2022 y 2024.

¿Se puede revertir esta situación?

Aunque el informe reconoce que las transferencias sociales (como AUH, tarjeta Alimentar, programas provinciales) mitigan parcialmente el problema, también señala que no alcanzan si no se atacan las causas estructurales: el desempleo, la informalidad laboral y la falta de políticas públicas sostenidas.

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El informe cierra con un llamado de atención: “La inseguridad alimentaria es un fenómeno estructural, pero reversible si se aplican políticas efectivas que prioricen a los sectores más vulnerables”.

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