Golpe a la industria: el textil entra en su peor momento

La industria textil atraviesa una crisis histórica: fábricas paradas, desplome del consumo y miles de empleos perdidos en todo el país. Todos los detalles.

Economía30 de diciembre de 2025Juan Manuel VillarrealJuan Manuel Villarreal
Sector textil
Crisis textil: un sector clave en emergencia

La industria textil argentina atraviesa una de las crisis más profundas de las últimas décadas. La combinación de apertura comercial, caída del consumo interno y falta de competitividad del entramado productivo local provocó un impacto severo en uno de los sectores con mayor capacidad de generación de empleo del país.

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Desde fines de 2023, el cambio en la matriz económica aceleró un proceso de deterioro que hoy se traduce en fábricas paralizadas, desplome de la producción y una fuerte destrucción de puestos de trabajo.

Fábricas paradas y capacidad instalada en mínimos históricos

El nivel de actividad del sector muestra números alarmantes. Priscila Makari, directora ejecutiva de la Fundación ProTejer, advirtió que la situación es crítica. “El panorama de la industria textil es muy complejo. Los números son realmente alarmantes. En octubre, la capacidad instalada llegó al 32,5%, una cifra muy baja, que probablemente se profundizó en noviembre. Hoy 7 de cada 10 empresas están paradas”, señaló.

Los datos reflejan un freno casi total en amplios segmentos del sector, con plantas que directamente dejaron de producir ante la falta de ventas y de condiciones para competir.

Fuerte caída de la producción, según la FITA

A este escenario se suma el último informe de la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA), que confirmó una caída interanual del 20,5% en la producción textil durante septiembre de 2025, el peor desempeño para ese mes en al menos una década.

Según el relevamiento, la utilización de la capacidad instalada se ubicó en apenas 37,1%, el nivel más bajo de los últimos diez años. Esto implicó un retroceso de 4,4 puntos porcentuales respecto de agosto y de 14,2 puntos frente a septiembre de 2024. 

“La caída de la actividad en la industria textil continúa profundizándose. Es una situación que exige reaccionar con claridad y avanzar en medidas concretas en el corto y mediano plazo”, sostuvo Luis Tendlarz, presidente de FITA.

Caída del consumo y desplome de las ventas

La pérdida del poder adquisitivo de los salarios impactó de lleno en el consumo de indumentaria y productos textiles. A este factor se suma un tipo de cambio apreciado, que dificulta competir tanto en el mercado interno como en las exportaciones.

Textil

De acuerdo a datos de ProTejer, entre enero y octubre las importaciones de productos textiles e indumentaria alcanzaron las 332.696 toneladas por un valor de US$ 1.450 millones, lo que representa un salto del 89% en cantidades y del 61% en valor interanual.

El impacto en las pymes y el entramado productivo

Desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) advierten que la caída del consumo y la apertura importadora generaron un fuerte daño en el tejido industrial.

“Fábricas que andaban muy bien hace dos años con una inflación del 200%, hoy están cerradas y son galpones. Hay fábricas de calzado que tenían 800 empleados, bajaron a 600, a 200 y terminaron cerradas”, describió Alberto Kahale, vicepresidente de la entidad.

Para el dirigente, la falta de competitividad cambiaria y la apertura indiscriminada de importaciones provocaron un verdadero terremoto productivo.

Competencia desleal y presión impositiva

Otro de los factores que agrava la crisis es la imposibilidad de competir frente al ingreso masivo de productos importados, especialmente de origen chino, que representan cerca del 70% del total.

Makari remarcó el rol de plataformas como Shein y Temu, al señalar que “prácticamente no pagan impuestos”, lo que genera una competencia desleal frente a la producción nacional, donde cerca del 50% del precio final de una prenda está compuesto por carga impositiva.

A esto se suman las altas tasas de interés y una estructura tributaria que encarece los costos de producción y financiamiento.

El auge de la ropa usada importada

Dentro del crecimiento de las importaciones, la entrada de ropa usada aparece como un nuevo problema para el sector. Históricamente restringida por razones sanitarias, de seguridad y de protección industrial, la importación de indumentaria usada mostró un crecimiento exponencial en 2025.

Entre enero y octubre, las importaciones de ropa usada alcanzaron los US$ 3,73 millones FOB y 3.521.456 kilos, lo que implica aumentos interanuales de 11.728% en valor y 26.538% en cantidad. En términos de volumen, ya representan el 11% del total importado de indumentaria.

Un fenómeno global con impacto local

El ingreso de ropa usada se vincula al modelo global de “fast fashion”, uno de los más contaminantes a nivel mundial. Este sistema de producción acelerada genera excedentes estructurales de prendas que terminan buscando salida en mercados periféricos, con costos laborales, ambientales e impositivos sensiblemente más bajos.

Para la industria local, este fenómeno profundiza la pérdida de mercado y presiona aún más sobre la producción nacional.

Pérdida de empleo y alerta social

El impacto social de la crisis ya es visible. Según datos de la Fundación ProTejer, hasta septiembre de 2025 se perdieron al menos 16.000 puestos de trabajo en la industria textil.

“Este número puede crecer aún más si la situación no cambia en el corto plazo”, advirtió Makari, quien comparó el actual proceso con otros ciclos de apertura económica del país, aunque remarcó su mayor velocidad y complejidad.

Qué reclama el sector para ganar competitividad

Desde el entramado textil reclaman medidas urgentes para competir en igualdad de condiciones. Entre los principales pedidos aparecen la revisión del tipo de cambio, la estructura impositiva y la política arancelaria.

“Países como Estados Unidos, Europa, Brasil o Corea protegen su industria. Argentina va a contramano. No hay país desarrollado sin una industria fuerte”, sostuvo Makari.

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Según explicó, el sector cuenta con tecnología comparable a la de las potencias industriales, pero enfrenta costos estructurales mucho más elevados. “De una prenda vendida en una cadena de shoppings, el 50% del precio final son impuestos. Se bajaron aranceles a importados del 35% al 20%, pero no se redujeron los costos de la producción nacional”, concluyó.

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