Mujeres asesinas, historias de victimas que se transformaron en victimarias

Diez años antes de que la agenda de genero tomara la relevancia mediatica y popular que alcanzo a partir del Ni Una Menos en 2015, la ficcion "Mujeres asesinas" en su temporada debut que se veia los martes a las 23 por eltrece cobro notoriedad por

D-Interés03 de julio de 2021 Agencia Télam
Diez años antes de que la agenda de género tomara la relevancia mediática y popular que alcanzó a partir del Ni Una Menos en 2015, la ficción "Mujeres asesinas" en su temporada debut que se veía los martes a las 23 por eltrece cobró notoriedad por mostrar lo excepcional en un mundo donde los que matan suelen ser varones.
El ciclo unitario, que tuvo tres temporadas más y se ganó varias estatuillas, entre ellas, el Martín Fierro a Marisa Grinstein y Liliana Escliar, Walter y Marcelo Slavich a mejor autor/libretista, tomó como soporte el libro homónimo de Grinstein, donde a través de tres entregas que tuvieron lugar entre 2000 y 2007 la autora reconstruye distintas historias con la pericia no tanto del "crimen en sí mismo sino las situaciones que habían llevado a esas mujeres a matar".
Lo que buscaron en la adaptación televisiva fue, justamente, ampliar el foco: "No solo mostrábamos a la protagonista del crimen sino también su relación con quien finalmente se convertiría en su víctima, y que en muchos casos había empezado siendo el victimario. Se mostraba la historia que los conducía a todos ellos a ese final trágico y aparecía también otro factor: la desidia del entorno".
Se refiere a "la falta de ayuda cuando la mujer mandaba señales de que algo estaba funcionando mal: policías que desestimaban denuncias, vecinos que no intervenían ante situaciones violentas, esposos que daban por sentado que podrían seguir humillando a su mujer eternamente. Ahora las cosas son distintas y ya muchos aprendieron a leer esas señales. De a poco, claro. Porque se avanzó pero es obvio que falta muchísimo".
En esa línea, Liliana Escliar, junto con Mercedes Reinke, Soledad Vallejo y Florencia Etcheves, está trabajando por estos días en una serie sobre el femicida Ricardo Barreda que, en sus palabras, "busca salir del registro morboso y espectacular para poner la mirada sobre estas mujeres victimizadas por el asesino primero y por los medios después. Además de la justicia que implica revisar el relato por el cual ellas 'se hicieron pegar', este abordaje nos permite contar que todos y todas podemos ser víctimas".
En un país que de enero a junio de este año registró 133 femicidios, siete transfemicidios y 11 femicidios vinculados de varones, según el relevamiento de La Casa del Encuentro, ¿se puede resignificar hoy "la serialidad" en términos de "sistematicidad" para incluir al femicidio, una clase de crimen que estadísticamente genera un asesino cada 35 horas? Para Escliar con "la frecuencia creciente de los femicidios, los crímenes raciales o de género sucede un acostumbramiento, un dejar de ser horror y dejar de ser noticia que habilita, propone modelos –como cuando ´se pone de moda´ determinada manera de matar- o por lo menos resta condena social. Nos convertimos en una sociedad monstruosa"

Mujeres asesinas

El libro "Mujeres asesinas" nació de la curiosidad de "un crimen en concreto: el de una mujer que mató a su amante, lo cortó en trozos y con esos trozos hizo empanadas y salpicón para vender en su restaurante. O sea, convirtió a su examante -un hombre con el que había tenido una larga y compleja relación- en comida para vender". Y así como está esa mujer, también hay otras cuyos móviles funcionan como reacciones a la violencia cotidiana, al dolor y la angustia, mucho menos que al hedonismo de la tortura y el asesinato .
"Salvo excepciones -repone Grinstein sobre las historias de su libro y del ciclo televisivo-, la mayoría de esas mujeres habían pasado por episodios de enorme padecimiento. Ninguna de ellas contaba con recursos económicos, sociales, psicológicos o afectivos para salir del pantano. Iban, entonces, acumulando traumas hasta que advertían que estaban en una trampa de la que no sabían salir. En ese punto mataban. O bien en un impulso o en defensa propia, o bien planificando esa muerte. El factor común: padres y madres violentos, parejas maltratadoras, jefes impiadosos, amigos o amigas perversos. Todo lo que las rodeaba significaba opresión y sometimiento".
"Una de las asesinas me dijo, desde la cárcel: mi marido tiró demasiado de la cuerda y no pude más, la cuerda se rompió. Creo que en un segundo plano la intención al contar esas historias fue decirles a los que tiran de la cuerda que todo tiene un límite, que no se puede actuar siempre desde la impunidad, que las cosas pueden terminar de la peor manera. Y también sugerir que a veces lo más sabio es alejarse de esa brutalidad -física o psicológica- que solo puede conducir a otra acción similar", reflexiona.
En este punto, señala que los criminalistas dicen tener bastante en claro, ante un crimen, si fue cometido por un hombre o por una mujer. En general, la mujer mata a alguien con quien está unida por un vínculo. Es raro que una mujer decida pegarle un balazo al vecino porque tiene la música demasiado alta. Mata, en cambio, a alguien con quien tiene un lazo afectivo. Por eso mismo la rabia de las 50 puñaladas, la descarga emocional evidente. Y por eso mismo no es habitual que la mujer cometa crímenes en serie". (Télam)
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