Ruth Bader Ginsburg, una voz resonante de los derechos de la mujer y del progresismo en la justicia

Ruth Bader Ginsburg, fallecida ayer a los 87 años despues de una larga batalla contra el cancer de pancreas, fue una mujer de baja estatura pero influencia enorme como defensora de los derechos de las mujeres al principio de su carrera y como lider

Mundo19 de septiembre de 2020 Agencia Télam
Ruth Bader Ginsburg, fallecida ayer a los 87 años después de una larga batalla contra el cáncer de páncreas, fue una mujer de baja estatura pero influencia enorme como defensora de los derechos de las mujeres al principio de su carrera y como líder de la fuerza progresista en la Corte Suprema de Estados Unidos desde 1993.
Nacida en Brooklyn el 15 de marzo de 1933 en el seno de una familia de inmigrantes judíos rusos en el punto más álgido de la Gran Depresión, perdió a su madre por cáncer cuando era adolescente.
Fue a la Universidad de Cornell, donde fue alumna de Vladimir Nabokov, autor de la novela "Lolita", y allí conoció a su marido Martin.
La pareja se matriculó en la Facultad de Derecho de Harvard: ella hizo malabares para permanecer en la escuela mientras criaba a su primera hija, Jane, y su marido -muerto en 2010- también luchaba contra el cáncer.
Terminó sus estudios en la Universidad de Columbia y tuvo un segundo hijo, James.
Aunque Ginsburg fue una de las mejores estudiantes de su clase, tuvo que luchar para iniciarse en la profesión.
"Tenía tres puntos en mi contra: uno, era judía; dos, era mujer, pero la estocada final fue que era madre", dijo en una entrevista con la CBS en 2016.
Terminó en el mundo académico, enseñando en las universidades de Rutgers y Columbia como una de las pocas mujeres del personal.
En la década de los 70, la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) reclutó a Ginsburg para litigar casos de discriminación sexual y en 1972 fundó la sección de derechos de la mujer dentro de esa organización.
Comenzó su carrera judicial en 1980, cuando el entonces presidente Jimmy Carter la nombró al frente del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia.
Después de estar 13 años en el cargo, Ginsburg fue nominada a la Corte Suprema por el entonces presidente Bill Clinton en 1993 y fue fácilmente confirmada por el Senado, convirtiéndose en la segunda mujer y la primera judía en ser magistrada del máximo tribunal.
Nunca dudó en decir lo que pensaba y su contundente frase "yo disiento" se convirtió en parte de su improbable legado como ícono de la cultura pop.
Su cara enmarcada por gafas de montura oscura adorna camisetas, tazas y trajes de bebé, y su vida fue retratada en dos películas en 2018: el documental "RBG" y la película "On the Basis of Sex" (traducida como "La voz de la igualdad" en Hispanoamérica).
Las banderas del Congreso y de la Casa Blanca ondean a media asta y anoche varios centenares de personas, entre ellos muchos jóvenes, se reunieron espontáneamente delante del edificio de la Corte Suprema para rendirle homenaje, depositando velas y flores.
Republicanos y demócratas también le dedicaron elogios.
"La jueza Ruth Bader Ginsburg luchó hasta el final con una fe inquebrantable en nuestra democracia y sus ideales", tuiteó el expresidente Barack Obama.
Era una "campeona del derecho", según el secretario de Estado Mike Pompeo; "una pionera, apasionada por sus causas", de acuerdo con el senador Lindsey Graham, cercano del presidente; y una jurista "admirada" e "influyente", según el fiscal general, Bill Barr.
"Mi deseo más ferviente es que no sea reemplazada hasta que se instale un nuevo presidente", escribió como última voluntad antes de morir en su casa de Washington.
Pese a estas palabras, el presidente Donald Trump insistió hoy con que propondrá un candidato antes de los comicios del 3 de noviembre, aprovechando que los republicanos todavía controlan la Casa Blanca y la mayoría del Senado, que de acuerdo a la Constitución le corresponde aprobar la designación. (Télam)
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