Hermana de Benavides reclamo carcel comun para los genocidas que no pueden tener perdon

Nathalia Benavides, hermana de Horacio "Chupete" Benavides, estudiante de abogacia y militante peronista asesinado durante la ultima dictadura militar, califico de "vital" la realizacion de los juicios de lesa humanidad y reclamo "carcel comun" para

Política17 de mayo de 2023 Agencia Télam
Nathalia Benavides, hermana de Horacio "Chupete" Benavides, estudiante de abogacía y militante peronista asesinado durante la última dictadura militar, calificó de "vital" la realización de los juicios de lesa humanidad y reclamó "cárcel común" para los genocidas, al afirmar que ante estos represores la sociedad no puede tener "ni olvido, ni perdón ni reconciliación".
Benavides militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) --un agrupación de superficie de la organización Montoneros-- y estudiaba derecho en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde fue compañero de los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
"Tenía tres años y ocho meses cuando mataron a Horacio. Recién a los 12 años supe que eso que recordaba no era un sueño. Recordaba gritos, golpes y armas en la casa y siempre me decían que no pensara eso. Que había sido un sueño", comenzó la mujer, hermana por parte de padre del militante asesinado, ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) 2 de La Plata.
"Chupete" Benavides, de 22 años, que además trabajaba en el Departamento de Transmisión Gratuita de Bienes, dependiente del Ministerio de Economía bonaerense, fue asesinado el 30 de septiembre de 1976.
En esa oportunidad, un grupo de tareas de la Dirección de Inteligencia de la policía bonaerense, que comandaba el represor Miguel Etchecolatz, lo interceptó en las calles 12 y 51 de La Plata para secuestrarlo, él se resistió y lo mataron.
Por el crimen están imputados los expolicías bonaerenses Walter Omar Ale y Juan Nazareno Risso y el exministro de Gobierno bonaerense, Jaime Lamont Smart.
Los expolicías Ramón Carlos Velasco y Carlos Emilio Bordalonga también estaban imputados en el hecho pero fallecieron ambos durante el 2020; mientras que Miguel Etchecolatz, también imputado, murió en el 2022.
Por este asesinato, los expolicías fueron ascendidos y felicitados por sus superiores en sus legajos, en los que consta que "haciendo gala de valentía y excelente disposición para con el cumplimiento del servicio, lograron erradicar del seno de la sociedad a individuos de extrema peligrosidad".
"Siempre preguntaba por mi hermano Horacio y me decían que estaba exiliado en Brasil. O que había escapado cuando entraron a casa a buscarlo y había chocado con el auto. Pero en verdad me enteré lo que había pasado en una charla de niñas, con mi compañera del (Colegio) Normal 1, 'Vicky' (Victoria) Tolosa Paz (actual ministra de Desarrollo Social), que me dijo durante un viaje a Villa Carlos Paz, que a mi hermano lo habían matado en Plaza Moreno", relató Nathalia Benavides.
Al saber esto confrontó a sus padres y finalmente su padre, Horacio Benavides, le dijo lo que había pasado y le mostró una carpeta de recortes periodísticos en los cuales se informaba del hecho, reproduciendo la versión de las fuerzas militares.
"Tenía 22 años, eso es algo fuerte", reflexionó la hermana de "Chupete", que agregó que al reconstruir la vida de militancia que había tenido su hermano sintió "mucho orgullo de ser su hermana".
Contó que su padre pagó dos cuotas de rescate a José Luis La Gioiosa, quien tenía una inmobiliaria y contactos con fuerzas militares para que liberaran a su hermano, Marcelo, secuestrado cuando el Ejército ingresó a buscar a Horacio a la casa familiar.
"Tengo recuerdos de muchísimas noches de miedo, un miedo irracional, de llorar desconsoladamente y me acuerdo cuando nos mudamos a otra casa que tenía una ventana y todas las noches con mi hermano Gonzalo nos pasábamos a la cama de mis padres porque estaba convencida que había un genio de una lámpara que iba a llevar a mi hermano. Después nuestros padres nos mandaban a nuestras camas, todas las noches eran un escándalo eso", rememoró.
Sostuvo que lo que el asesinato de su hermano Horacio "marcó toda la vida y lo que soy, marcó mi militancia y mi mirada del mundo y lo que no quiero para este mundo".
"Agradezco estos juicios, son de vital importancia, necesitamos estos juicios, aunque me enoja que sea 46 años después. Tengo cincuenta años. Así que viví toda mi vida sin justicia, algo no está bien pero hay que llevar adelante estos juicios hasta que el último genocida esté preso en cárcel común".
"Para ellos ni olvido, ni perdón ni reconciliación", concluyó.
Durante esta audiencia también declaró María Tapia, una de las personas que estaba en el departamento de la ciudad de La Plata donde vivían Horacio y su esposa Estela, cuando el Ejército se presentó el 21 de septiembre de 1976.
"No sé si oí que decían que era el Ejército por el portero eléctrico o si fue Domingo, mi esposo el que lo dijo. Después oímos una explosión", relató la mujer, quien junto a su esposo Domingo Alconada lograron escapar del edificio, aunque resultaron heridos con quebraduras de tobillo el hombre y ella un aplastamiento de vértebras.
Explicó que "luego supimos que ´Chupete´y Estela habían salido sin dificultades, supongo que porque conocían la zona y tal vez habían previsto y ensayado escapar si venía la policía".
En el departamento de Benavides también estaba viviendo otra pareja, compuesta por Lucía Tartaglia y Enrique Sierra, quienes también lograron escapar del departamento y pidieron refugio en otro departamento, donde vivía un joven matrimonio, que los ocultó en un ropero, mientras el Ejército revisaba el lugar.
"A partir de esto mi vida se transformó completamente. Mi documento quedó en la casa de Horacio, estuve sin atención médica y quedé con ese aplastamiento de vértebras. El 16 de diciembre nos casamos con Domingo por iglesia, porque por civil no podíamos. Una semana después lo desaparecieron y hasta ahora no sé dónde está su cuerpo", dijo quebrándose en llanto.
Pidió que los represores "digan dónde están los cuerpos porque este horror se sigue perpetuando día a día, que digan lo que saben.
También declararon hoy dos testigos aportados por la defensa de los imputados.
Flavio Ferrari testimonió que el imputado Walter Ale era "un buen hombre", que lo "ayudó con la compra de una bicicleta", y aseguró que se enteró que era policía cuando recibió "una citación para este juicio".
Rolando Cristante declaró en favor de Juan Nazareno Risso, a quien dijo conocer desde mediados de los años '50 y detalló que había sido un buen jugador de Gimnasia y Esgrima de La Plata "y nunca le vi portar armas".
Afirmó que se enteró de la participación de Risso en este crimen "cuando lo detuvieron".
"Me lo dijo el hijo. Yo tuve oportunidad de preguntarle y me dijo que él no estuvo en este hecho. Le pregunté porque en una publicación aparecía que era ´el lobo de Etchecolatz y él me dijo que no lo conocía a Etchecolatz", relató.
Maximiliano Suñez también declaró a favor de Risso, que era vecino suyo y dijo que era "una persona solidaria, humilde, buena, que siempre quiso colaborar con los vecinos" y que "llevaba a los chicos a la colonia" y siempre le "enseñó cosas buenas". (Télam)
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