Cinco años del crimen de Fernando Báez Sosa: justicia, dolor y reflexión social

El brutal asesinato de Fernando Báez Sosa el 18 de enero de 2020 marcó un antes y un después en la sociedad argentina. A cinco años del hecho, su memoria sigue viva, mientras el caso se erige como un símbolo de la lucha contra la violencia y la búsqueda de justicia.

El fatídico 18 de enero de 2020

En la madrugada del 18 de enero, Fernando, un joven de 18 años que disfrutaba de sus vacaciones junto a amigos y su novia en Villa Gesell, fue atacado a golpes por un grupo de ocho rugbiers oriundos de Zárate. La agresión se produjo frente al boliche Le Brique, donde previamente se había generado un conflicto menor.

El ataque fue grabado por cámaras de seguridad y celulares de testigos, evidencias que resultaron fundamentales en el posterior juicio. El nivel de violencia fue extremo: Fernando falleció en el lugar producto de los golpes recibidos. La sociedad entera se conmovió al conocer los detalles del hecho, que expusieron una preocupante cultura de violencia.

Juicio y condenas: un proceso ejemplar

En enero de 2023, tres años después del crimen, comenzó el juicio oral en el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores. Durante las audiencias, se reconstruyó el rol de cada uno de los acusados:

• Máximo Thomsen: Identificado como el principal agresor, su huella fue encontrada en el rostro de Fernando. También se halló ADN de la víctima en su ropa.
• Ciro Pertossi: Filmado golpeando a Fernando, su vestimenta también contenía rastros de ADN.
• Luciano Pertossi: Declaró que frenó una de las últimas patadas observadas en los videos.
• Blas Cinalli: Su rastro genético fue el único encontrado en el cuerpo de la víctima.
• Lucas Pertossi, Ayrton Viollaz, Enzo Comelli y Matías Benicelli: Con diversos grados de participación, contribuyeron a la golpiza mortal.

El 6 de febrero de 2023, el Tribunal condenó a cinco de los acusados —Thomsen, Ciro Pertossi, Comelli, Benicelli y Luciano Pertossi— a prisión perpetua como coautores de homicidio doblemente agravado por alevosía y concurso premeditado. Viollaz, Cinalli y Lucas Pertossi recibieron penas de 15 años por ser partícipes secundarios.

El silencio roto y los testimonios

Durante el juicio, el llamado “pacto de silencio” de los rugbiers se quebró. Luciano Pertossi, por ejemplo, declaró que no estaba en el lugar de los hechos en un momento crucial. Thomsen, en un intento de defensa, expresó: “Jamás en la vida se me hubiese ocurrido tener intenciones de matar a alguien”. Sin embargo, las pruebas en su contra fueron contundentes.

El testimonio de Graciela Sosa y Silvino Báez, padres de Fernando, fue uno de los momentos más conmovedores. “Me arrebataron un hijo que solo quiso divertirse. Su ausencia y nuestro dolor son perpetuos”, declaró Graciela.

Reflexión social y lucha contra la violencia

El caso de Fernando trascendió lo judicial. Puso en evidencia problemáticas como la violencia en la vida nocturna y el impacto de ciertas culturas deportivas en el comportamiento de los jóvenes. Además, la figura de Fernando se convirtió en un símbolo para promover valores como el respeto y la empatía.

Hoy, la sociedad argentina sigue recordándolo a través de marchas, actos conmemorativos y mensajes de apoyo a su familia. Su legado es un llamado a la reflexión colectiva para evitar que tragedias similares se repitan.

Justicia y memoria

El crimen de Fernando Báez Sosa dejó una marca imborrable. Si bien las condenas trajeron algo de paz a sus padres, el dolor de su ausencia es eterno. Cinco años después, su historia sigue siendo un recordatorio de la importancia de construir una sociedad más justa y libre de violencia.