Olores repulsivos: La secuela más desagradable del Covid

Algunos descubren que las cosas huelen diferente a tal punto que las más disfrutables, como la comida, el jabón y el aroma de sus seres queridos, huelen repulsivamente.

D-Interés23 de junio de 2021 Redaccion GLP
Antes de la pandemia, la parosmia era una enfermedad extraña y poco conocida. Se trata de una distorsión de los sentidos del olfato y el gusto, producida por alteraciones en el sistema nervioso central.

Puede afectar a personas que padecen epilepsia, Parkinson, enfermedades de origen psiquiátrico, adultos mayores en quienes es más común la pérdida progresiva del olfato, y como muestran las estadísticas, a muchos pacientes Covid.

El problema no es sólo sufrirla en el transcurso del coronavirus, sino que puede convertirse en una secuela muy desagradable y duradera. Los científicos no tienen plazos definidos.

A medida que se recuperan, el olfato por lo general regresa, pero algunos descubren que las cosas huelen diferente a tal punto que las más disfrutables, como la comida, el jabón y el aroma de sus seres queridos, huelen repulsivamente.

Esta desagradable y preocupante secuela que forma parte de lo que se conoce como “síndrome poscovid-19” o “COVID-19 de larga duración”, suele causar nauseas a la hora de comer. Los afectados señalan que los alimentos literalmente tienen olor a podrido.
Hay tres tipos de alteración del olfato: la anosmia es no sentir olores, la parosmia es sentirlos distorsionados, y la fantosmia es sentir olores que nadie más está sintiendo en una habitación.

La doctora Jane Parker, científica especialista en sabor de la Universidad de Reading, Reino Unido, estaba estudiando la parosmia antes de la pandemia, cuando era una condición aún más rara.

Una teoría sobre el origen de los olores horribles que experimentan las personas que viven con parosmia es que solo perciben algunos de los compuestos volátiles que contiene una sustancia y que huelen peor de forma aislada. Incluso podría aumentar su intensidad.

Por ejemplo, el café contiene compuestos de azufre que huelen bien en combinación con todas las demás moléculas que le dan al café su aroma agradable, pero no cuando se huele solo.
De hecho también ocurre que los olores ricos se vuelven nauseabundos, mientras que estos últimos son tolerables y hasta agradables para quienes experimentan parosmia.

Los expertos aseguran que en la mayoría de los casos, el cerebro, con el tiempo, corregirá el problema. Aparte de esperar a que el cerebro se adapte, no hay cura. Sin embargo, en AbScent, un grupo de Facebook con 14.000 miembros que sufren este trastorno, aseguran que el “entrenamiento del olfato” puede ayudar.

Este consiste en oler regularmente una selección de aceites esenciales uno sobre otro, pensando en la planta de la que se obtuvieron. Otros parósmicos, directamente adaptaron su dieta para hacer más llevadero vivir con la enfermedad.
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