Monica Ojeda: Los mitos son la organizacion narrativa del caos de la existencia

Durante mucho tiempo, la literatura latinoamericana que se abria al mundo estuvo signada por una demanda de exotismo que encarno especialmente el llamado realismo magico y que parecia ser garantia de exito para conquistar otros mercados: la obra de

D-Interés16 de enero de 2021 Agencia Télam
Durante mucho tiempo, la literatura latinoamericana que se abría al mundo estuvo signada por una demanda de exotismo que encarnó especialmente el llamado realismo mágico y que parecía ser garantía de éxito para conquistar otros mercados: la obra de la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda transita también por las coordenadas del absurdo o la desmesura, pero desde una variante tenebrosa y menos amigable que aquella corriente popularizada por el colombiano Gabriel García Márquez.
- Télam: ¿Bajo qué coordenadas se define ese gore andino en el que se reconoce a su escritura? ¿Se puede leer como el reverso de un realismo mágico que orientaba el "absurdo" hacia imágenes amigables mientras que en tu caso está direccionado al horror?
- Mónica Ojeda: Me gusta pensar que, como dices, lo que hay de exótico en lo andino pueda acabar repeliendo, asustando, perturbando a los lectores antes que ponerlos en un lugar de complacencia y comodidad. La realidad es que fue una decisión ética asumir que para los mestizos como yo, los que hemos nacido en países andinos pero criados y educados en oposición a lo indígena debido al racismo, lo andino es exótico pero de otra manera que para los europeos o la gente del norte. Yo no sé kichwa, no he estado nunca en un Inti Raymi, todo lo que conozco del mundo andino ha sido desde la distancia educacional y geográfica, porque soy de la costa ecuatoriana. En mí hay atracción y asombro y culpa y rabia. En mis relatos lo que menos quise fue impostar mi relación con lo andino, sino más bien trabajar desde esa grieta, desde esa falla, desde esa relación tensa y extraña que tengo con lo andino, y desde mi lugar, nunca hablando por nadie, sino por mí. No tenía ganas, tampoco, de hacer un retrato de lo andino como si tuviera que contarle a la gente de afuera cómo es ese mundo. Mis cuentos trabajan con símbolos, con paisajes, con fondos de relatos orales, pero nunca intentando reproducir, sino crear.
- T.: La violencia y el incesto son temáticas recurrentes en muchos de estos ocho relatos ¿Por qué te interesa volver sobre estas cuestiones?
- M.O.: Hay muchos monstruos andinos que surgen de la idea del incesto. Los gagones, por ejemplo, son perros que supuestamente se le presentan a los incestuosos para quitarles las rótulas y que ya no puedan caminar más. Y así hay muchos otros. Me parece que el horror al incesto, si bien es fundacional en muchas sociedades, para Latinoamérica es significativo por nuestra historia particular. Durante la colonización española se dio mucho lo del señor feudal con esposa blanca o mestiza y amantes indígenas, lo que dio como resultado muchos hijos bastardos. Novelas como "Cumandá" o "Aves sin nido" tienen personajes que se enamoran y luego descubren que, quizás, son hermanos. En las telenovelas está muy presente esto: en casi todas hay un momento en el que los protagonistas creen que son hermanos. Es un terror arraigado en nuestra cultura.
- T.: El libro trabaja a partir de la relaboración de figuras míticas como las brujas o el Golem ¿Los mitos tienen una potencia redoblada para leer las sociedades contemporáneas? A su vez, los mitos permiten expandir significados para mostrar que lo que llamamos realidad es algo viscoso, inasible?
- M.O.: Los mitos son la organización narrativa del caos de la existencia. Como tememos al caos y al sinsentido, a la soledad y a la violencia, hemos creado relatos que intentan darle un orden a lo que por definición no lo tiene. Los mitos nos dan la falsa sensación de un control sobre la naturaleza, incluso sobre nuestra propia naturaleza. Reflejan nuestra más absoluta indefensión y necesidad. Son contemporáneos porque dan cuenta de nuestros miedos, de nuestra hambre. No son solo historias. Ninguna historia es solo una historia.
(Télam)
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