Paula Bombara: Me cambio la mirada sobre nuestros hombres y mujeres de la historia

En "La fuerza escondida", la escritora Paula Bombara recurre a la ficción, a través de una niña llamada Killari, para recorrer la lucha de Juana Azurduy por la independencia y reconstruir la potencia de esta guerrera, hija mestiza del Alto Perú.
"Juana Azurduy surgió porque quería escribir sobre una mujer y la mujer en la que estaba pensando, cuando las editoras me propusieron este libro, era ella, a pesar de que en rigor no nació en lo que hoy es Argentina pero fue parte de la lucha por el Virreinato del Río de La Plata", dice Bombara en diálogo con Télam.
"Me interesaba su condición de mujer y la de una lucha donde todavía las fronteras no estaban definidas desde lo geográfico sino desde lo emocional. La libertad frente a una opresión, un extranjero que se estaba apropiando de las tierras y de las culturas, y ella que quería ser libre, ser dueña de su propia historia", agrega la escritora.
Para Bombara, en los libros para niños y niñas es importante "transmitir que todos somos dueños de nuestras historias y que cualquiera de nosotros y nosotras tenemos derecho a reclamar justicia cuando nos sentimos vulnerados o vulneradas".
Bombara (Bahía Blanca, 1972), escritora y bioquímica, es autora de "Una casa de secretos", "Dos pequeñas gatas japonesas", "La cuarta pata", "El mar y la serpiente", entre otros títulos infantiles o juveniles. Además, es directora de la colección ¿Querés saber? de divulgación científica de Eudeba, el sello de la Universidad de Buenos Aires.
"La fuerza escondida" reparte el protagonismo entre Juana Azurduy y Killari, una niña que se forma con Juana y que también se compromete en la lucha independentista.
A partir de esas mujeres, la novela aborda la cronología de luchas que forjó Azurduy con su marido, Manuel Padilla, y su liderazgo en los ejércitos patriotas, como el Ejército del Norte, que lideraba Manuel Belgrano.
Para dar cuerpo a esta novela, Bombara leyó bibliografía, buscó material, escuchó fuentes y analizó cartas no solo de Azurduy sino también de personas que quedaron en el anonimato pero que fueron parte de la gesta emancipatoria.
"Me cambió la mirada sobre nuestros hombres y mujeres de la historia. No quiero usar la palabra prócer porque fui comprendiendo que son hombres y mujeres comunes que tenían sus vidas con sus complejidades y que la revolución no es de unos pocos. El deseo de estar mejor es de la gran mayoría de la población y me pareció interesante transmitir eso".
La novela recrea los paisajes, la época, sus gentes: "Escribí intentando dar cuenta de cuál era la cultura que rodeaba a Killari y la dimensión social de ser una mujer joven que tomara esas decisiones, como Juana. Eso me resultó valioso para reflexionar sobre mi lugar como mujer y adulta, y el de mis hijos. ".
Azurduy, como sostiene Bombara, "nunca fue indiferente al dolor de los más desprotegidos ni al dolor de aquellos que han perdido familiares en batallas ni a la soledad que se siente cuando una toma decisiones que la exponen". (Télam)