Cuatro mujeres del tango de hoy saludan el legado de Paquita Bernardo y su bandoneon

En el marco del aniversario del nacimiento de Paquita Bernardo -la primera mujer que toco el fueye profesionalmente en Argentina-, las bandoneonistas Ayelen Pais Negrin, Natsulki Nishihara, Cindy Harcha y Roberta Maegli, quienes forman parte de la

D-Interés30 de abril de 2020 Agencia Télam
En el marco del aniversario del nacimiento de Paquita Bernardo -la primera mujer que tocó el fueye profesionalmente en Argentina-, las bandoneonistas Ayelén Pais Negrin, Natsulki Nishihara, Cindy Harcha y Roberta Maegli, quienes forman parte de la escena del tango contemporáneo, contaron cómo legaron al instrumento y qué representa él en sus vidas.
Ayelén Pais Negrin: "El bandoneón llegó a mi vida por medio de mi abuelo Nair Negrin. Yo soy de Jacinto Arauz, La Pampa. Mi abuelo vivió siempre ahí, en el campo. Como mi papá no estuvo, él fue siempre como un padre para mí y fue quien me transmitió el amor por el instrumento y con quien empecé a tocar a los 12 años. Además de mi abuelo, en mi familia tocó el bandoneón su papá, su hermano y un primo de él también."
Natsuki Nishihara: “Yo era trompetista y estaba estudiando música clásica. Tuve una época que quería conocer más otro tipo de la música y estaba yendo a ver varios tipos de conciertos. Así llegué a escuchar un concierto de bandoneón en Japón. Un bandoneonista tocaba una obra de Piazzolla con la orquesta sinfónica. Me encantó y me emocioné mucho. Es un instrumento que nunca había visto en vivo y así empecé a tener interés por él. Al final esa emoción me llevó a vivir en Buenos Aires donde estoy desde 2014 y estudiando el instrumento".
Cindy Harcha: “Llegué al bandoneón por mi abuela, ya que de pequeña me enseñó en el piano el vals 'Desde el alma', y cuando falleció, me puse como loca a buscar ese tema. ¡Alguna grabación tenía que existir! . Y efectivamente me encontré primero con la versión de Pugliese, la cual me hizo enamorarme del bandoneón por completo. De ahí pasaron un par de años hasta que decidí animarme a tocar. En mi vida representa muchas cosas: las ganas de lo nuevo, la fuerza y empuje para hacer lo que uno ama: audacia, desafíos, resiliencia... muchas cosas”.
Roberta Megli: “Llegué al bandoneón ya de grande, como al tango. Lo descubrí a través de la danza. Una compañera de la facultad (estudiaba Letras) me llevó a la milonga y no podía creer que todo eso había estado ahí todo el tiempo y yo recién me enteraba. La música me tocó mucho y así fue que empecé a escuchar tango constantemente, lo que podía conseguir. Bailando, después de un año y medio más o menos, conocí a un bandoneonista y conociendo a un bandoneonista, conocí al bandoneón. El bandoneón para mí es el símbolo de esa conexión. Incluso el hecho de que sea un instrumento importado es buenísimo, porque es una mezcolanza de tantas cosas el tema de la identidad en un país como el nuestro”.
(Télam)
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