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La renuncia de García-Mansilla expone las disputas internas en la Corte Suprema. ¿Qué implica para el futuro del máximo tribunal de justicia?
Política08 de abril de 2025
Juan Manuel Villarreal
Este lunes, Manuel García-Mansilla presentó su renuncia como juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, dejando al máximo tribunal con un funcionamiento mínimo compuesto únicamente por Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz. Esta renuncia no solo profundiza la crisis institucional dentro de la Corte, sino que también pone en evidencia las fuertes tensiones internas entre sus miembros, quienes deberán consensuar todos los fallos para que sean válidos.
Con solo tres miembros, la Corte Suprema enfrenta la dificultad de lograr los tres votos coincidentes necesarios para firmar las sentencias, tal como lo exige la ley. Cuando no se logra esta mayoría, se activa un mecanismo de conjueces, un sistema que permite sortear a los presidentes de las Cámaras Federales de todo el país para integrarlos al tribunal y completar el número mínimo de cinco magistrados.
Sin embargo, la salida de García-Mansilla no solo reduce la capacidad de la Corte de emitir fallos, sino que también genera un escenario aún más conflictivo en términos de la construcción de mayorías internas entre los jueces. Las diferencias entre los magistrados se han vuelto cada vez más evidentes, sobre todo con la reciente salida de Juan Carlos Maqueda en diciembre de 2024.
Las tensiones entre Rosatti, Lorenzetti y Rosenkrantz no son nuevas. En el seno del tribunal, se ha venido gestando una lucha por el control y la construcción de mayorías internas. Se dice que Lorenzetti, quien ha sido un crítico de la gestión de Rosatti, buscaba con la incorporación de García-Mansilla y Ariel Lijo conformar una nueva mayoría que le permitiera disputarle nuevamente la presidencia de la Corte. Mientras tanto, Rosatti mantiene una relación estrecha con Rosenkrantz, con quien forma una dupla sólida.
Fuentes del ámbito judicial indicaron que el clima interno en la Corte no es el mejor. Las diferencias entre los jueces afectan tanto el manejo del presupuesto como las designaciones internas y la velocidad con la que se abordan los fallos. Un punto de fricción clave ha sido el manejo de los fondos destinados al Poder Judicial, que otorgan a los jueces discrecionalidad para financiar diversas áreas, lo que a su vez influye en el nombramiento de personal y la gestión del poder dentro del tribunal.
Este conflicto interno se ve agudizado por el contexto electoral de 2024, un año crucial en términos políticos. La Corte Suprema tiene en sus manos varios fallos de gran trascendencia política, como el pedido de absolución de la vicepresidenta Cristina Kirchner en la Causa Vialidad. Las disputas internas no solo afectan la eficiencia del tribunal, sino que también inciden en la percepción pública sobre la independencia y transparencia de la Corte.
En su carta de renuncia, García-Mansilla dejó en claro su postura sobre esta situación, calificando el funcionamiento de la Corte con tres jueces como “un espejismo institucional”. Según él, este modelo no solo afecta la capacidad de la Corte para tomar decisiones de manera ágil, sino que también perjudica a los ciudadanos que ven demoradas las resoluciones de las disputas judiciales.
La renuncia de García-Mansilla resalta una de las principales preocupaciones que enfrenta la Corte Suprema: el modelo actual de funcionamiento con conjueces no es el ideal. El juez renunciante explicó que, si bien se resuelven casos, el ritmo es mucho más lento y la carga de trabajo es cada vez más difícil de manejar para un tribunal reducido. Según García-Mansilla, la demora en la resolución de los casos afecta tanto al sistema judicial como a la sociedad en su conjunto, lo que genera un daño más profundo que el que ya ha ocasionado la demora en la integración del tribunal.
La situación dentro de la Corte Suprema es un reflejo de la tensión y la falta de consenso que atraviesa la política argentina en la actualidad. A medida que el país se adentra en un año electoral decisivo, la relación entre los jueces del máximo tribunal seguirá siendo un tema de debate y una fuente de fricción. La salida de García-Mansilla podría marcar un punto de inflexión en el funcionamiento de la Corte, y sus consecuencias se sentirán en el manejo de los casos más importantes de la justicia argentina en los próximos meses.

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