Francisco, el primer Papa en Marsella en 500 años y un saludo aereo a la familia de Botero

Un Papa en Marsella, 500 años despues La visita a Marsella de 27 horas que Francisco inicio este viernes es la primera de un pontifice en casi 500 años.

Mundo22 de septiembre de 2023 Agencia Télam
(Enviado especial)
Un Papa en Marsella, 500 años después
La visita a Marsella de 27 horas que Francisco inició este viernes es la primera de un pontífice en casi 500 años. La última presencia de un Papa en la ciudad puerto del Mediterráneo fue la de Clemente VII en 1533, años después de que Julio de Médicis llegara a ser elegido Sumo Pontífice.
En el décimo año de su pontificado, cuidando sus relaciones con la monarquía francesa, desembarcó en Marsella por mar para celebrar el matrimonio del futuro rey Enrique II con Catalina de Médicis, su sobrina, y fue el último año en que un Papa estuvo presente en Marsella.
Años antes, la primera visita papal a la ciudad de Marsella se remonta al Beato Urbano V (1310-1370), en una época en que Provenza era independiente pero aún no formaba parte de Francia.
Luego, Gregorio XI, el último Papa francés, permaneció doce días en la ciudad antes de embarcar hacia Roma.

Francisco y su recuerdo de Fernando Botero
Durante el tradicional saludo a los periodistas que lo acompañan en el viaje, el papa Francisco tuvo esta vez un recuerdo especial hacia el artista colombiano Fernando Botero, fallecido la semana pasada a los 91 años.
A través del periodista Néstor Pongutá, el pontífice recibió un caluroso saludo de la familia del escultor y devolvió el gesto con un rezo por la memoria del también pintor y dibujante. "Les doy la bendición y rezo por esas intenciones",
saludó a la familia del maestro colombiano en un video que grabó mientras sobrevolaba el cielo italiano hacia Marsella.

El Papa habló al clero local en la Basílica del campanario interminable
La Basílica marsellesa en la que el pontífice se reunió hoy con el clero local, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, tiene como atracción principal un campanario de 41 metros de alto visible desde buena parte de la zona.
Con una construcción iniciada el 11 de septiembre de 1853 y finalizada el 4 de junio de 1864, el acceso a la Basílica, desde donde se puede disfrutar de una magnífica vista de la ciudad y del Mediterráneo, se realiza a través de una escalera de 35 metros de largo que conduce a un puente levadizo.
El complejo, formado por una iglesia de estilo neobizantino en el nivel superior y una austera cripta de estilo románico en el nivel inferior, cuenta con un suntuoso campanario de 41 metros de altura, en lo alto del cual se puede admirar la imponente estatua de la Virgen de 11,20 metros de altura y 9.796 kilogramos de peso, en cobre dorado. La estatua, instalada en 1870, es obra del escultor parisino Eugène-Louis Lequesne.
De hecho, durante su discurso, el Papa hizo mención a "la gran estatua que se alza en su cima, que la representa sosteniendo la bendición del Niño Jesús: aquí, como María, llevamos la bendición y la paz de Jesús a todas partes, a cada familia y a cada corazón. Es la mirada de misericordia".

Oraciones por los migrantes
Además de los pedidos por las personas muertas en el Mediterráneo que caracterizaron el primer día de la visita del papa Francisco a Marsella iniciada este viernes, varias personas que hablaron junto al pontífice en el Monumento a los náufragos dedicaron sus intenciones a quienes se ahogaron en el denominado "Mare Nostrum".
"Hoy miles de personas son arrojadas a las calles y a los mares del mundo por la guerra, la pobreza, la persecución política o religiosa", lamentó por ejemplo el sacerdote Alexis Leproux, miembro de Marseille Espérance:
"Despeja su camino, no te canses de guiarlos para que nadie se pierda, para que encuentren puertas y corazones abiertos para acogerlos, una tierra donde descansar, un futuro para ellos y para sus hijos", agregó luego el abad Jean-Philippe Rigaud, del grupo Stella Maris.
Desde Cáritas, Monseñor Xavier Malle, pidió a Dios que aparte "de ellos la tentación de la violencia y la desesperación", mientras que Anne Giraud, del Servicio Diocesano de Pastoral de los Migrantes, deseó que "todos los que tienen la tarea de acogerlos" puedan tener "un corazón humilde, capaz de escuchar a estos hombres y mujeres exiliados, para aprender a conocerlos y comprenderlos". (Télam)
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