Leila Guerriero: “Argentina tiene una capacidad de reacción muy fuerte ante la negación de su historia”

La periodista habló sobre su libro “La llamada”, basado en una entrevista con una sobreviviente de la dictadura, en la Feria del Libro de Madrid.

D-Interés 07 de junio de 2024
Leila Guerriero 07-06-2024 08.36
Leila Guerriero.
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En ’La llamada’, la periodista argentina Leila Guerriero narra la vida de Silvia Labayru, una militante de los Montoneros que sobrevivió al horror de la ESMA durante la dictadura militar argentina. Secuestrada y torturada mientras estaba embarazada, Labayru fue víctima de agresiones sexuales sistemáticas. Guerriero aborda este relato en el que “el consentimiento es un concepto central” con un rigor y profundidad histórica que trasciende lo periodístico.

En una entrevista con Efeminista durante su paso por la Feria del Libro de Madrid 2024, la periodista (1967, Junín, Argentina) explica las razones que le llevaron a contar esta historia, de la especificidad de la violencia sexual en contextos represivos y de cómo la memoria se construye y reconstruye frente a los embates de la desmemoria y la negación.

“Se ha hecho un trabajo enorme con la memoria en Argentina. La sociedad tiene una capacidad de reacción muy fuerte ante cualquier negación de esa historia”, afirma Guerriero en referencia al contexto actual donde el propio presidente, Javier Milei, y la vicepresidenta, Victoria Villarruel, han generado controversia con discursos que buscan reinterpretar el pasado represivo y minimizar el número de víctimas o el impacto de las atrocidades cometidas durante la dictadura militar.

Leila Guerriero firma por primera vez en la Feria del Libro

Pregunta (P): Usted inauguró la Feria del Libro de Madrid, donde, además, participa en talleres y firma de libros.... Respuesta (R): Es mi primera vez como participante de la Feria. He venido tres veces antes, pero como paseante y compradora de libros compulsiva. Así que es un placer estar aquí porque, además, el clima acompaña. Cualquier sitio en el que se propicie una conversación sobre literatura y sobre escribir resulta siempre súper estimulante. Pero también estar por primera vez participando con tantas firmas y tanta posibilidad de encuentros con lectores tan alejados del sitio donde yo vivo. Es una sensación así como revoltosa. Me siento muy estimulada y con una especie de jolgorio interior.

La llamada que salvó la vida a Silvia Labayru

P: Su libro ’La llamada’ es un retrato de la complejidad humana a través de la historia de Silvia Labayru, una de las supervivientes del ESMA. El título habla de una llamada que ocurrió en 1977 y que le salvó la vida. ¿Qué fue esa llamada y por qué fue tan importante? R: El libro se ’La llamada’ por muchas llamadas que tuvo Silvia Labayru en su vida, la llamada a la que se atribuye el hecho de haber salvado su vida, de que no lo hubieran matado en la escuela mecánica de la Armada, donde ella estaba secuestrada, donde fue torturada, donde parió a su hija porque la secuestraron estando embarazada de cinco meses, es una llamada que realiza uno de los militares represores a su padre Jorge. Su padre es militar, pero en ese momento estaba dedicado a la aviación civil en Aerolíneas Argentinas, pero compartía un montón de códigos con el cuerpo militar.

Y cuando este represor, que se llama el Tigre Acosta, lo llamó por teléfono, Jorge Labayru supuso que los que lo llamaban eran los montoneros, la organización guerrillera de izquierda a la que pertenecía su hija. Hacía meses que su hija estaba desaparecida, él no sabía nada de ella, pensaba que estaba muerta y entonces comenzó a gritarle al Tigre Acosta, a insultarlo y a decirle “montoneros, hijos de perra”, “los voy a matar a todos”, “soy antimontonero, antiperonista, anticomunista”. El represor cuelga la llamada, la mira y le dice: “pero tu padre, entonces, es uno de los nuestros”.

Y Silvia atribuye a esa llamada el hecho de que el represor sintiera que había algo en común, que no eran del todo enemigos; y que la liberaran en 1978 y comenzara un largo exilio aquí, en la ciudad de Madrid.

“Hay una especificidad en la violencia contra las mujeres”

P: Recorre varios temas, entre ellos su detención en la ESMA y la causa sobre crímenes sexuales de la que fue denunciante (con Mabel Zanta y María Rosa Paredes). ¿Qué pasa cuando la violencia sexual es parte del Estado? ¿Este caso evidencia que las mujeres sufrieron violencia específica por el hecho de ser mujeres?
R: Sí, por supuesto, hay una especificidad en la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. De hecho, la demostración mas cabal es que la violación estaba incluida dentro de los tormentos generales, o sea, con una mirada muy machista. Era lo mismo la tortura o la privación de la libertad que la violación.

En el caso de Silvia Labayru fue violada reiteradamente como muchas otras mujeres, y para ella era muy importante que quedara esto asentado ante la justicia, que se lograra una condena, que fue una condena en la que los declararon culpables al Tigre Acosta y González, que fue el violador de ella.

El fin principal de Silvia era demostrar que estas personas habían, supuestamente en nombre de las morales cristianas, secuestrado a gente y torturado; pero también que delincuentes comunes, gente que en nombre de qué bien común decide violar reiteradamente a una persona. Cuál es, entre muchas comillas, el beneficio para combatir a una guerrilla de izquierda el hecho de violar a una de sus integrantes.

“El consentimiento es un concepto central en el libro”

P: Un punto clave fue esa separación entre tortura y violencia sexual, cuando se juzga como un tipo específico, pero esta causa no inicia hasta años después y no hay una sentencia hasta 2021. ¿Qué tuvo que pasar para conseguirlo? R: Pasaron muchos años precisamente porque no había una conciencia sobre ello. Hay muchos conceptos que ahora manejamos de una manera apropiada, como un concepto central en el libro, que es el consentimiento. Cuando una persona está secuestrada, privada de su libertad, y los militares tienen dominio sobre toda su familia que está fuera del campo de concentración clandestino, no hay ninguna posibilidad de elegir absolutamente nada. La palabra consentimiento no existe.

Una persona secuestrada en esta situación es un pedazo de carne que es manejado por los militares a su gusto y antojo, con un grado de perversión absoluto y con una omnipotencia enorme.

También creo que hubiera sido muy difícil que estos juicios hubieran podido iniciarse a comienzo de los 2000, por ejemplo, cuando toda la conversación que instalaron los feminismos era una cosa completamente fuera de la conversación pública.

Condena histórica por delitos sexuales en la ESMA

P: Cuando sale la sentencia en 2021, ya estaba en contacto con ella, ¿Silvia Labayru sintió reparación con la sentencia?
R: Reparación, resiliencia... son palabras a las que Silvia Labayru es bastante reticente porque ella nunca sintió que la palabra víctima la definiera por el resto de su vida. Se resistió mucho a esto y toda su conversación, toda su vida actual, creo que es una demostración de esta resistencia de Silvia de dejarse definir por la idea de víctima.

Entonces el juicio, que si bien fue lo que me llevó a ella a partir de un texto que había publicado una colega en el diario Página12, empezó a ocupar luego de la sentencia cada vez menos espacio en las conversaciones. Con la condena, que fue fuerte para el instigador y el violador, no se si Silvia se sintió reparada. Es una mujer muy inteligente que no espera que los hechos que se producen por fuera reparen algo que ella pueda tener adentro. Fue como cerrar un capítulo, algo que quería mucho y que finalmente se logró.

No sé si podemos hablar de reparación porque en muchas conversaciones ella decía literalmente “el daño que me hicieron estos hijos de puta es irreparable”. En términos de que muchas cosas de su vida se vieron afectadas durante décadas por el hecho de haber sido secuestrada y de todas las cosas que pasaron allí.

¿Por qué la historia de Silvia Labayru?

P: ¿Por qué decide contar esta historia y abordar este tema? R: Cuando leí la nota de mi colega [en Página12], que se llama Mariana Carbajal, de inmediato comprendí que había una cosa muy singular en ella. Se mencionaban cuestiones muy específicas. Primero, el hecho de ser una de las tres mujeres que había iniciado este juicio. No hubo una avalancha de mujeres presentándose. Entonces ya eso era una singularidad, pero vi que había muchísimas otras, como haber sido secuestrada cuando estaba embarazada, de haber parido a su hija en la ESMA, de que en el exilio en Madrid se generara en torno a ella, por ser sobreviviente, toda una nube de sospechas por parte de los exiliados argentinos, sus excompañeros montoneros, y se la hubiera tratado como una paria.

Y, por otra parte, cuando leí los testimonios de ella, me pareció una mujer muy brillante y con muchas cosas para decir.

Si bien el tema, por supuesto, me interesa porque soy ciudadana argentina y porque los años 70 y la dictadura sobrevuela siempre en nuestra historia. No tengo un interés particular por contar historias relacionadas con estos tiempos, pero tuve claro que este libro iba a ser un retrato de esta mujer, es decir, no una historia sobre los años 70, sino la pequeña historia de esta mujer dentro de la historia con mayúsculas.

Contra la negación de la memoria de Argentina

P: Uno de los asuntos recurrentes en su obra es la memoria y cómo se construye y reconstruye a lo largo del tiempo. ¿Cree que estos avances están en peligro con el auge de la extrema derecha y, en concreto, con el actual contexto político argentino? R: No lo puedo decir a nivel global, pero puedo pensar en mi país. En Argentina creo que no porque se ha hecho un trabajo enorme con la memoria. El juicio a las juntas en 1985, cuando comenzaba la democracia, todo el trabajo que han hecho las organizaciones como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, Hijos, que es la asociación que nuclea los hijos de los desaparecidos, el hecho de que la ESMA se haya transformado en un museo de la memoria. Me parece que la sociedad tiene una capacidad de reacción muy fuerte ante el avance de cualquier tipo de negación de toda esa historia.

Estoy un poco preocupada por algunos avances solapados que se están haciendo sobre algunas instituciones que se dedican a investigar causas relacionadas con delitos de lesa humanidad y que no tienen tanta visibilidad como otras cosas más notorias, como la postura de la vicepresidenta, por ejemplo.

Yo soy una persona muy pesimista, pero en ese sentido soy optimista y confío en que la reacción de la ciudadanía ante un avance posible sobre esos asuntos sería muy fuerte.

Desmantelamiento de las comisiones de investigación

P: ¿A qué desmantelamientos se refiere? R: Se desmanteló hace poco una comisión especial de investigación formada por trece historiadores civiles que trabajaban con los archivos desclasificados de la dictadura. Estos investigadores aportaban, a pedido de la justicia, documentación que buscaban en esos archivos, que permitían probar que tal persona o tal militar había estado, por ejemplo, en el centro clandestino Olimpo, en La Perla o en la ESMA, a pesar de que este señor negaba haber estado en ese sitio. Hay una cantidad de documentación, registros de entradas y salidas, porque la maquinaria militar, aunque hacía cosas clandestinas, burocráticamente registraba muchas de esas cosas.

Entonces este Gobierno, a partir de un funcionario del Ministerio de Defensa llamado Luis Petri, decidió desmantelar este servicio de investigaciones echando a diez de las trece personas que trabajaban. Y esto todavía no es un dato confirmado, pero aparentemente estos archivos desclasificados de las Fuerzas Armadas quedarían en manos de las Fuerzas Armadas, con lo cual ahora la justicia tendría que pedirle a las mismas Fuerzas Armadas que otorgaran material para juzgar a las Fuerzas Armadas, lo cual es un despropósito.

EFE

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